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12 de abril de 2010

Individualismo y Educación Ambiental

Patricia Marcela Álvarez Jurado*


Yo diría a los educadores y educadoras:
ay de aquellos y de aquellas que pierden su capacidad de soñar,
de renovar su valentía, de denunciar y de anunciar.
Ay de aquellos y de aquellas que,
en lugar de visitar de vez en cuando el mañana,
el futuro, por su profundo compromiso con el hoy, con el aquí y ahora,
se aten a un pasado de explotación y de ruina.
Paulo Freire

Presentación
La falta de solidaridad y cooperación en que vivimos, acentuadas notablemente, por la filosofía individualista y competitiva de la globalización, tiene sus orígenes en la forma en que los seres humanos han desarrollado su pensamiento, en su afán de dominar a la naturaleza y a sí mismos, y al desarrollo científico-tecnológico que éstos han alcanzado para llegar a cumplir sus propósitos.

El individualismo salvaje al que nos enfrentamos hoy en día es un fenómeno social muy complejo. En la eterna competencia y falta de solidaridad en la que nos encontramos, especialmente en las grandes ciudades, intervienen varios factores, tales como: políticas económicas y modos de producción que favorecen una actitud egoísta, ambiciosa e individualista; así como una filosofía de la globalización que las promueve y sustenta.

El individualismo tipificado como un problema social y ambiental tiene diferentes explicaciones y debe ser visto desde varias posiciones para poder hacer un análisis cercano a la realidad.

La educación ambiental es una herramienta que nos permite el análisis de las problemáticas ambientales producidas por los fenómenos sociales, culturales, económicos, políticos e históricos de la humanidad; pero no nos puede dar recetas para solucionarlas. Con la educación ambiental como medio para la transformación debemos de revalorar algunos aspectos de nuestra vida, haciéndola más solidaria y menos competitiva y a la vez dar el justo lugar que le corresponde a lo que actualmente se valora más que nada: el dinero, el cuerpo y el sexo. Estos tres sobrevaluados aspectos de la vida de los humanos son una base importante del individualismo exagerado de nuestra época.

Para el modelo económico capitalista neoliberal, el consumo, la competencia y el individualismo son sus banderas. Estos factores, en conjunto con muchos otros, propician el deterioro ambiental que el planeta sufre, hace ya algunas décadas. El gran consumo ilimitado de nuestros recursos, sin tener en cuenta el límite de nuestros ecosistemas, ha causado un desequilibrio en la naturaleza tal, que hoy por hoy la permanencia de la especie humana en la Tierra se ve gravemente amenazada.

Individualismo y Educación ambiental
La globalización y su filosofía individualista y competitiva han generado una gran indolencia y despreocupación por los demás y por lo que pueda ocurrir con la naturaleza. Han generado además, una falta de solidaridad humana, que no nos permite hacerle frente a la problemática ambiental. Sólo pensamos en nosotros mismos y hemos perdido la conciencia de que sin una naturaleza sana, la especie humana no puede subsistir. Modificar, detener o cambiar este modelo depredador y su filosofía, ya no es nada más una cuestión de desarrollo humano sino una necesidad de evitar nuestra propia destrucción. Tenemos que sentirnos nuevamente en armonía con nuestro planeta y asumir que una ciudadanía terrestre es asumir nuestra comunidad de destino (Morín, 1993).

Para poder asumir esa ciudadanía es importante establecer qué es la globalización, relacionarla con los factores económicos, políticos, sociales y culturales; además de asociarla a las formas de pensar de los individuos y estar conscientes del papel que ésta juega en la situación de crisis ambiental y de civilización a la que nos enfrentamos. La globalización es un proceso mundial que afecta a los países de diferentes formas y en algunos, los menos, juega a su favor. Para la clase trabajadora en América Latina este modelo ha sido nocivo, ya que detrás del discurso neoliberal que promete una mayor igualdad de oportunidades se encuentra una realidad creciente de desigualdad económica, social y cultural que además ha traído un gran deterioro ambiental. La mayor parte de las veces los mismos protagonistas de esta desigualdad no son conscientes de que están frente a una crisis ambiental severa, una crisis que se debe atacar desde su raíz. La educación ambiental es uno de nuestros mejores recursos, para resolver o cuando menor frenar, algunos de los problemas ambientales imputables a este modelo civilizatorio, contribuyendo a esa transformación por medio de acciones basadas en la equidad y en la solidaridad.

La globalización, como proceso en nuestro planeta, ha necesitado de herramientas que le permitan imponer su dominio y empoderar al mercado como el gran regidor de la vida humana. Una de esas herramientas es su filosofía individualista y competitiva. La falta de solidaridad y cooperación en nuestra sociedad facilita el camino hacia un modelo único que responde a los intereses de los grupos oligárquicos del mundo. El neoliberalismo, disfrazado de democracia, no es más que un totalitarismo, que pretende imponer un modelo único de producción, y es a su vez dogmatismo, pues sus principios oscuros y contradictorios, se presentan como verdades incuestionables (Chomsky y Dieterich, 1995).

La globalización tiene varias definiciones, dependiendo del organismo que la señale; pero muchas de ellas concluyen, en que tiene una tendencia económica a ponderar un exclusivo interés a “el mercado”. Al decir de Joaquín Estefanía (2002: 28) la globalización es “un estado de desarrollo planetario sin barreras, dónde todo está próximo, accesible, donde todo comunica y donde, consecuentemente, las solidaridades y las interdependencias se acrecientan”. La realidad es que en Latinoamérica no ha sido así. En esta parte del planeta el proceso de globalización ha sido aquel en que el pez grande se ha comido al chico; y de esta manera se ha privilegiado una forma de acción unilateral y muy peligrosa. Cuando sólo importa el mercado, es decir, lo que se compra y lo que se vende, emerge el consumo sin freno, sin mesura y a cualquier precio, incluyendo obviamente, la destrucción de la naturaleza. En estos días todo el mundo está educado y adaptado al consumo ilimitado (Lipovetzky, 2007). La gente sustenta su existencia en el tener y tener a cualquier modo.

A un modelo económico y civilizatorio de este tipo no le interese una sociedad solidaria, cooperadora y justa. Todo lo contrario, éste tiene un modelo educativo y un nivel tecnológico que favorecen e incitan a la desintegración social y al individualismo. Con esto se provoca que los menos sean los que se interesen por un futuro para todos.

El egoísmo que sólo nos hace pensar en nosotros mismos, la falta de cooperación, la eterna competencia y la actitud antidemocrática son elementos que favorecen este proceso de globalización y dominación mundial. Por esto es importante establecer qué es la globalización y su relación con la omisión de los valores democráticos, como la solidaridad, la cooperación y la justicia. Valores éstos esenciales para restablecer la armonía con la naturaleza y la paz entre los pueblos.

El individualismo, la competencia desleal, la falta de cooperación, la injusticia y el consumo desmedido, hacen que la sociedad esté en camino a una existencia de soledad y desacierto, en donde ya no importa quién eres sino cuánto tienes. En el afán de acumular más y más le pedimos a la naturaleza mucho más de lo que nos puede dar, propiciando así un deterioro ambiental de dimensiones catastróficas que pone en peligro a nuestro planeta y a la supervivencia de nuestra propia especie.

Este éxtasis por el “sí mismo”, lo vemos reflejado en el cotidiano actuar de nosotros en la sociedad, de nuestros alumnos y de los compañeros de trabajo. Lo reflejan también los medios de comunicación y gran parte de la publicidad; y lejos de ser esto, solamente una crisis de este sistema, resulta que es su mayor logro, éste ha sido uno de los objetivos y columnas de sustento del modelo globalizador.

En nuestra sociedad actual los seres humanos estamos cada vez más solos y temerosos de nuestro futuro ya que el sistema engendra el que cada uno exija estar solo, cada vez más solo y simultáneamente no nos soportamos a nosotros mismo, cara a cara (Lipovetsky, 2002). El narcisismo colectivo nos invita a vivir en el “yo” perpetuo sin importar el pasado o el futuro, pues sólo el presente es lo que importa. Al vivir solamente en el presente se va desgastando hasta morir, el sentimiento de pertenencia a generaciones pasadas y se va perdiendo también nuestra historia.

Debemos de utilizar la ciencia y la tecnología a favor del equilibrio y la sustentabilidad y lograrlo por medio de la educación ambiental. Nuestra sociedad actualmente, es llamada la sociedad del conocimiento ya que cada vez más tenemos acceso a la información. Debemos pues, utilizar estos recursos para crear herramientas y estrategias que sean capaces de educar ambientalmente y generar un cambio que modifique nuestro destino. Tenemos que buscar e implementar los instrumentos que nos permitan, por medio de la educación ambiental, dar a nuestros alumnos la conciencia de que este mundo está en peligro y que el excesivo individualismo en el que vivimos no nos deja ver que en nosotros está la solución; tan solo con modificar nuestra conceptualización del yo e incluirla en una conciencia planetaria que nos permitiera a todos los humanos vivir en el jardín común de la vida y habitar en la casa común de la humanidad (Morín, 1993).

La competencia es atroz, el pensamiento posmoderno y el avance de la ciencia y la tecnología, nos llevan aceleradamente por caminos confusos cuyos resultados, hasta el momento, no podríamos imaginar y mucho menos cuantificar en su totalidad. Desde que los seres humanos toman conciencia de su yo, se separan de la naturaleza y hacen de ella un objeto de estudio y de explotación, se ha provocado una crisis, producto del mal manejo de nuestros recursos y el consumo exagerado de los mismos.

La educación ambiental surge como una forma de pensar, como una actitud hacia la vida y sobretodo como un respeto a la naturaleza y a la humanidad. Por medio de la educación ambiental, se pueden generar cambios de actitud en los diferentes integrantes de la comunidad que nos lleven a la modificación de conductas individualistas; y que esa nueva forma de ver la vida, nos permita enfrentar y solucionar problemas ambientales y de consumo en beneficio de nuestro planeta y de nosotros mismos. Debemos construir sociedades sustentables por medio del desarrollo de una pedagogía que nos dé los medios necesarios para enfrentar un proceso educativo efectivo, que nos conduzca a la modificación de conductas y nos lleve hacia un futuro más equitativo, solidario y justo, con el cual construyamos una sociedad capaz de satisfacer las necesidades de las generaciones de hoy sin comprometer la capacidad y las oportunidades de las generaciones futuras (Gadotti, 2002).

Para no comprometer la capacidad y las oportunidades de las generaciones futuras es indispensable lograr que los maestros y maestras actuales y futuros comprendan que el individualismo es un factor del deterioro ambiental y asuman el rol que les corresponde en la construcción de una identidad propia pero solidaria, en sus alumnos, que a su vez reconozca la existencia del otro y con ello elaboren estratégicas y desarrollen valores que contrarresten o al menos disminuyan, dicho deterioro; colaborando asimismo en la creación de una conciencia planetaria. Un pensamiento solidario y cooperador se opone al pensamiento de lucro e hiperconsumo del modelo capitalista neoliberal. Difícilmente podremos llegar a una sociedad sustentable sin una economía que contemple al medio ambiente y esté consciente de los límites de nuestros recursos naturales. Tenemos que alcanzar un desarrollo económicamente eficiente, ecológicamente soportable, políticamente democrático y socialmente justo (Gadotti, 2002).

Es muy difícil imaginar este tipo de desarrollo dentro de un modelo social-político-económico que ha demostrado ser esencialmente insustentable. El capitalismo por su esencia misma, “la explotación del hombre por el hombre” (Marx), difícilmente podrá dar cabida a un modelo que incluya un pensamiento de equilibrio ecológico y sustentable ya que solamente está en su naturaleza el consumo ilimitado de nuestros recursos naturales y humanos. El significado que encierra la connotación de desarrollo sustentable está acompañado de un estilo de vida, que nada tiene que ver con la filosofía del capitalismo. El desarrollo tal y como lo concibe el modelo económico actual, nada tiene que ver tampoco, con la solidaridad, la cooperación o la justicia y mucho menos con la idea de pensar, ya no en las generaciones futuras, sino en las generación actuales.

Esta forma de relacionarnos con la naturaleza y con nosotros mismos nos ha llevado a enfrentar un deterioro ambiental importante y una crisis de índole planetaria que parece difícil de solucionar, si no logramos cambios de fondo en nuestro modelo económico actual.

Debemos cambiar nuestro pensamiento para tomar el futuro en nuestras manos y dejar de sentir que la modernidad solamente nos ha traído desconcierto y un mundo post-moderno[1] que no nos ofrece en lo absoluto un porvenir. Es indispensable salir de nuestro aislamiento, de nuestro egocentrismo, dejar atrás este individualismo aberrante que solamente nos promete un futuro de soledad y anonimato y cambiarlo por una actitud solidaria con nosotros mismos y con lo que nos rodea y hacerle frente a la crisis de civilización que vivimos y buscar soluciones, aunque esto parezca utópico. Debemos dejar la desidia, la indolencia y la ignorancia y resurgir seguros de que somos los hacedores de nuestro futuro. No podemos seguir pensando que el desarrollo y el progreso, de las grandes potencias, lo justifica todo. No es justo permitir que estos dos conceptos mal entendidos pongan en peligro la permanencia de nuestra especie en la Tierra.

A manera de reflexión final
El individualismo extremo, producto de la filosofía de la globalización que por varias décadas ha impregnado todas las actividades humanas debe ser contrarrestado con actitudes solidarias y justas que permitan la construcción de una conciencia planetaria. La educación ambiental, aunada a muchos otros instrumentos, es el elemento indispensable para llegar a enfrentar la problemática de una crisis de civilización como la que atravesamos.

La educación ambiental nos dará los instrumentos y las estrategias necesarias para buscar soluciones de fondo que nos permitan crear un mundo con sociedades sustentables que garanticen el equilibrio social, cultural, económico y político de nuestra civilización. Por medio de la educación ambiental tenemos que encontrar ese equilibrio, encontrar esa sabiduría para utilizar la ciencia y la tecnología de tal manera que nos lleve a obtener de la naturaleza lo que necesitamos, respetando su ritmo, su fuerza y sus limitaciones, asegurando con esto la permanencia de nuestra especie en la Tierra.

Bibliografía
Chomsky Noam y Dietrich Heinz (1995) La sociedad Global. México, Editorial Joaquín Motriz.
Estefanía, Joaquín (2002) Hij@ ¿Qué es la Globalización? España, Santillana.
Gadotti, Moacir (2002) Pedagogía de la Tierra. México, Siglo XXI Editores.
Leff, Enrique (2008) Discursos sustentables, México, Siglo XXI Editores.
Lipovetsky, Gilles (2002) La era del vacío. México, Anagrama.
Morin, Edgar (2006) Tierra patria. Buenos Aires, Nueva Visión.
Internet
Lipovetsky Gilles (2007) El consumo sin freno en: La felicidad paradójica. Publicado en el suplemento “el Angel” del periódico Reforma México D.F. 2 de diciembre de 2007.

* Alumna de la Maestría en Educación Ambiental, Unidad 095 Azcapotzalco de la Universidad Pedagógica Nacional
1. El término postmoderno o postmodernidad designa generalmente un amplio número de movimientos artísticos, culturales, literarios y filosóficos del siglo XX, definidos en diverso grado y manera por su oposición o superación del moderno.

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