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3 de enero de 2010

El desarrollo de competencias en la educación básica: desafío académico para docentes

Verónica Arista Trejo*
Felipe Bonilla Castillo**
“En la educación, se escribe tanto,
se habla tanto y se hace tan poco”


El destino de una sociedad se encuentra en el tipo de educación que se ofrece a sus niños y jóvenes de los niveles básicos. En el contexto actual atravesamos por un proceso de reforma en el que parece que nadie está conforme con lo que se tiene, se plantean nuevos desafíos en los que las respuestas del pasado ya no son suficientes y los docentes de educación básica nos preguntamos ¿cómo enseñar a las nuevas generaciones? ¿Qué implica el paradigma de enseñanza por competencias?, un panorama donde muchas veces es más claro lo que no se quiere hacer que lo que se quiere hacer. Muchos nos aferramos a los métodos pedagógicos tradicionales y mantenemos que “lo que se aprende de memoria no se olvida”. Los maestros trabajamos enfrentando el aula y muchas veces los que nunca han estado en un grupo escriben pedagogía y no dan respuestas a la realidad del salón de clases. También nos guiamos por nuestra intuición y llegamos a ser maestros, que en el mejor de los casos, logran algunos resultados positivos, sin embargo se carece de sustentos teóricos. Parece que uno de los problemas fundamentales es la disociación entre el saber pedagógico y la realidad de la escuela.

Cambiar la educación es un proceso difícil, pero qué sentido podemos darle a una reforma, si bien algo que caracteriza nuestra sociedad es que parece que todo lo concentramos en el presente, el pasado es letra muerta, lo ideal es pensar en todo aquello que es nuevo: los nuevos modelos de organización política para el futuro, la incertidumbre de una sociedad amenazada por los catástrofes ambientales, niños y jóvenes con historias de vida complejas y una continua sensación de que el futuro es incierto y que contamos con una educación en total estado de orfandad.

La atención que se ha centrado sobre hablar de competencias ha tomado muchas interpretaciones desde centrarlas a las cuestiones de economía y empresas de una sociedad capitalista que recluta personal, un elemento de la política educativa del Estado o una moda pasajera como ha ocurrido con otros elementos de corte psicopedagógico.

Lo cierto es que los maestros de educación básica empiezan a hablar de competencias: unos con gran confusión, otros con mayor dominio y otros más con un buen discurso pero sin saber qué hacer con ellas en el aula.

Las autoridades educativas han instrumentado cursos para la comprensión del concepto de competencias en la escuela a partir de la definición que establece el plan de estudios de educación básica, cuando cita que Sin embargo, la pregunta sigue vigente: ¿cómo hacer para que las competencias las operacionalicen los maestros en el salón de clases, teniendo en cuenta, situaciones particulares como el caso de los maestros de educación primaria que deben trabajar con diferentes asignaturas, al igual que contenidos, propósitos y aprendizajes esperados?
“Una competencia implica un saber hacer (habilidades) con saber (conocimientos), así como las consecuencias de ese hacer (valores y actitudes). En otras palabras, la manifestación de una competencia revela la puesta en juego de conocimientos, habilidades, actitudes y valores para el logro de propósitos en contextos y situaciones diversas, por esta razón se utiliza el concepto “movilizar conocimientos.”[1]
La tarea para el maestro no es fácil y significa un verdadero reto el trabajar las competencias en la escuela, su alcance, su contexto, las diferencias en los alumnos, el uso de recursos, el establecer estrategias didácticas adecuadas, la recuperación de experiencias docentes y por si fuera poco, cómo recuperar todo ello para planear el desarrollo de las competencias y cómo evaluar los logros de los alumnos.

¿Qué nos demanda la sociedad actual?, hemos transitado por las misiones culturales de los años 2Os con el esquema vasconcelista, hemos sido escenario de confrontaciones religiosas a fines de los 20s y primera mitad de los 30s, se ha pasado por proyectos radicales de integración nacional, por un Plan que dio continuidad durante 11 años en los 60s, se ha vivido un contexto político autoritario con el conflicto estudiantil de 1968, hemos pasado por la descentralización de la educación en los 90s. Hoy la consigna son las competencias, considerar contenidos básicos y una articulación de la educación básica.

Lo cierto es que el currículum por competencias está en la escuela y habrá que enfrentarlo, con la orientación y dirección de los maestros. Pero veamos ahora que pasa con los maestros.

Los maestros y el currículum por competencias
Existe una gran resistencia en las escuelas por la confusión en los maestros sobre lo que significa trabajar un curriculum por competencias y por la dificultad que éste representa y que se presenta como algo que cambia totalmente la práctica educativa. Esto lo lleva a plantearse preguntas como las siguientes ¿Cómo recupero mis experiencias como docente?, ¿para trabajar competencias debo cambiar totalmente mi forma de enseñanza?, ¿cómo logro que mis alumnos desarrollen conocimientos, habilidades, actitudes y valores?, entre otras.

Si bien el currículum por competencias es algo reciente, en los términos de la pedagogía, no significa que no se haya trabajado en las escuelas. Posiblemente no se lleva a cabo de manera articulada y secuenciada, es decir, buscando que la información o los conocimientos que logren los alumnos, sean capaces de aplicarlos en su vida diaria desarrollando una habilidad y al hacerlo muchas veces asumen una responsabilidad con conciencia del bienestar que puede traer para él y las personas que están cerca. Un ejemplo puede ser el tema del agua. En la escuela aprenden cuál es su fórmula química, de dónde es su origen, para qué sirve y cómo se está acabando; pero en estos momentos no basta con tener sólo estos conocimientos, el maestro debe, por ejemplo, desarrollar una campaña para el cuidado del agua en la escuela, detectando fugas, evitando el dispendio en las tomas de agua, en los sanitarios etcétera, por medio de la difusión de la información, con carteles, pláticas, conferencias, visitas a los grupos. Esta actividad se puede hacer extensiva al lugar donde viven los niños y niñas, en su casa, en la casa de sus familiares, amigos, conocidos, vecinos. De esta forma podemos observar no sólo cómo se desarrollan conocimientos, también se logra que el alumno los aplique y desarrolle habilidades de comunicación y principalmente que se conforme una conciencia social, al participar de manera responsable e informada en un problema que afecta a todos. Este tema no es privativo de algún grado escolar, se puede retomar en cualquier momento y vincularlo con varias asignaturas, ciencias naturales, geografía, historia, matemáticas, español, educación artística, formación cívica y ética. Con este ejemplo, es claro que el maestro recupera su experiencia, y debe generar los conocimientos acumulados, es decir partir de donde ellos se encuentran, no sustituir lo que están haciendo, sino que lo que están haciendo lo hagan mejor. [2]

Como se puede observar, el trabajo por competencias requiere un cambio en la dimensión de la práctica docente, pero no una ruptura absoluta, porque de ello depende que el aprendizaje tenga un sentido para el alumno, sin embargo esto no requiere un nuevo maestro o un maestro que deje a un lado su experiencia y parta de cero, cosa imposible por supuesto, pero si requiere de un maestro que esté dispuesto a incorporar un elemento más a su práctica docente y que no se trata de quitar y poner, por el contrario es buscar respuestas prácticas en el aula que faciliten junto con sus alumnos el logro de conocimientos, el desarrollo de habilidades y de valores y actitudes tanto en el aula como fuera de ella, como son la responsabilidad, el respeto, la solidaridad, la tolerancia entre otros. El reto no es menor, sin embargo los maestros han enfrentado retos como éste y los han logrado superar.

También es importante comentar que el concepto de competencias no es algo acabado, y lo dicen autores como Perrenoud [3] , es un concepto en construcción que hay que tomarlo con mucho cuidado, principalmente cuando lo llevamos a la educación. De ahí que las autoridades educativas deben ser muy claras en su discurso y en la formación hacia los maestros y evitar como algo coherente, algo que no lo es[4] , cuando menos en estos momentos.

Otro aspecto que deben considerar los maestros es la literatura de algunos autores que hablan de competencias, generando confusión, por ejemplo, dicen que al elaborar una monografía [5] no se desarrollan competencias y surge la pregunta: ¿no se requieren conocimientos?, ¿no es importante dominar ciertas habilidades para lograrlo?, ¿no se debe saber cómo consultar, seleccionar e interpretar las fuentes de consulta?, ¿no debo poner en juego mis valores de responsabilidad y respeto para elaborarla? Y ¿no es necesario contar con una actitud crítica ante la información? En nuestra opinión para elaborar una monografía se movilizan conocimientos, habilidades y valores. Por ello, es importante tomar una postura crítica ante la lectura de textos que se refieran al desarrollo de competencias.

No todo se traduce en competencias para la vida y no todo trasciende del aula al ambiente social del alumno
Es claro que en las últimas décadas, a la escuela se le han asignado responsabilidades que no le tocan, es decir, en la escuela hay que considerar aspectos de seguridad, salud, financieros, ambientales, cívicos y éticos. Cuando deben ser de responsabilidad social y no exclusivas de la escuela, con ello, se está condenando a la escuela al fracaso. No debe ni puede asumir responsabilidades que corresponden a otras instituciones como la familia, las de seguridad, las de protección al ambiente, las de salud, etcétera.

En estas condiciones la escuela tiene una tarea titánica, por ello, hay que tener muy claro que no todos los conocimientos, habilidades, actitudes y valores que se desarrollen en la escuela tienen un impacto fuera de ella, no dejan de ser aprendizajes cotidianos, pero no significativos. Esto nos lleva a considerar la construcción de un currículo donde no todo tiene que aprenderse en la escuela. La escuela es corresponsable de la formación de niños y niñas, pero no la única responsable. No se puede pensar que lo que no se aprende en la escuela, no se aprende en ninguna parte.

¿Qué se puede esperar de los profesionales de la educación?
Como docentes seguramente coincidimos en pensar que la educación debemos colocarla como un pilar de la sociedad, como parte de la Justicia social que requiere nuestro país, si no hay sociedad justa entonces no podemos hablar de competitividad y cumplimiento de la expansión de la sociedad, pero si apelamos a la justicia entonces para que exista deber haber educación, pero con calidad. Antes podíamos incluírnos al mercado laboral aún sin formación, hoy el mercado nos hace una nueva demanda, requiere de competencias que debemos obtener de la educación que nos da la escuela.

En este contexto, los docentes no podemos hablar de un discurso para desarrollar competencias si no empezamos por buscar nuestras propias competencias para dar respuestas a lo que nos demanda una sociedad que puede avanzar con nosotros, sin nosotros o incluso contra nosotros. Por tanto hablemos que debemos prepararnos en el enseñar para la vida. Comenzar por actualizar formatos y trayectorias de formación para el aprendizaje de nuestros alumnos, que les permita construir aprendizajes para enfrentar el mundo cambiante que les ha tocado vivir, si algo tenemos claro es que nadie sabe cuáles serán los requerimientos dentro de unos años, pero pensemos en lo que necesitamos para contribuir a la calidad educativa no en sentido de discurso político sino como compromiso ético de los que estamos involucrados en la educación. Parece que el saber de contenidos, de didáctica y de pedagogía no es suficiente para concretar nuestro trabajo, tal vez debamos considerar como puntos de este cambio que se requiere de otro desempeño profesional como docentes de la educación con conocimientos y saberes transversales, que si queremos con el discurso alumnos críticos y reflexivos, nosotros debemos concientizar el salir de la omnipontencia del “lo se todo”, se trata de que nosotros también interacturemos entre lo que se sabe con lo que no se sabe, esto último es requisito básico para avanzar, si yo no identifico mis debilidades ¿cómo voy a pretender cambiar? Se trata de un compromiso ético que debe contar con capacidad asertiva, de disposición al cambio para salir adelante. Se requiere de aptitudes, como el analizar, tener un pensamiento crítico, reflexivo y sobre todo imaginación, para pensar que las cosas se pueden transformar y que tendremos que reinventar y asumir desafíos cada día. Requerimos también del saber hacer, es decir de contar con un proyecto educativo, de una planificación estratégica en nuestras aulas. Debemos saber cómo cambiar, cómo generar comunidades de aprendizaje, repensar que las soluciones de ayer no sirven para hoy, por reiterativo que parezca ser competentes implica el saber con conocimiento, el saber emprender y el saber ser. No olvidemos también que para formar un niño interviene todo un colectivo docente, por lo que el trabajo colegiado nos permite un hacer juntos, dando sentido y pertinencia a lo que hacemos en el aula, es hacer juntos caminos y emprender acciones para garantizar el desempeño de nuestra institución. Si no comprendemos quiénes son nuestros alumnos no podemos hablar de enseñar competencias, reconozcamos, somos maestros del siglo XX con alumnos del siglo XXI. Hay que asumir una dinámica de procesos por vivir en el corto, mediano y largo plazo, somos actores con toma de decisión en cuanto a cómo hacemos nuestra práctica en el presente, al que queremos cambiar y al que esperamos ser en el futuro. Si bien en educación no todo cambio implica una mejora, debemos engancharnos con las estrategias que generen más aprendizajes para nuestros alumnos.

El hablar de ser competentes es ampliar nuestra red conceptual de saberes tanto pedagógicos, como de contexto y de organización de nuestros centros de trabajos. Dejemos el pensamiento de esperar niños y jóvenes como nosotros fuimos, hay que asumir que es otra época, que los alumnos que tenemos en nuestras aulas son el resultado de un proceso de socialización donde hemos influído, cuántas veces los alumnos no han visto reflejado nuestra forma de hacer el trabajo, de nuestra puntualidad para llegar al trabajo, de la sonrisa con la que los saludamos o incluso hasta el cansancio cuando se cubre una jornada de tiempo completo.

Nuestro presente nos habla de una sociedad con una rápida evolución del conocimiento, lo que hoy sabemos será obsoleto en poco tiempo; entonces requerimos de un pensamiento de renovación permanente, una escuela que enseñe a aprender, que enseñe a reflexionar, que enseñe a ser crítico.

Un cambio implica rupturas pero también continuidades si mi principio fue el uso de la memoria esta puede seguir usándose en sentido educativo, recordemos que para ser creativo se requirió ser repetitivo, no los grandes conocimientos científicos fueron ensayo y error constante, no las páginas de literatura más maravillosas de la historia tuvieron que ser escritas y reescritas; tenemos que aprender a convivir que es hablar de una solidaridad voluntaria, en la que el trabajo en equipo y la colaboración son fundamentales para construir, para escuchar lo que dicen otros, para participar, para apostar a la innovación en el aula.

Influyamos positivamente en nuestros alumnos, pero sin la comprensión de lo que implica una reforma no como discurso político, sino como cuestión académica que nos permitirá navegar con participación y compromiso a los que navegamos en el mundo de la educación, a los que tenemos por trinchera un salón de clase. Nunca hemos dejado de ser alumnos, nosotros también debemos tener el permanente deseo por aprender no porque me impongan un cambio, sino porque todos los días al entrar al aula estamos volviendo a aprender de cada situación con nuestros compañeros y con nuestros alumnos. Vamos a dejar de acumular los conocimientos de la escuela y de los libros, de caer en el verbalismo de citar conceptos y teorías como mecanismo de defensa para ocultar la ignorancia del saber qué hacer, es hora de poner en práctica lo que sabemos. [6]

¿Qué se requiere para un cambio? La formación de los docentes, recursos, seguir trabajando en una política que le apueste a la educación de calidad con un mejor reconocimiento del papel que juega el maestro, con apoyo en recursos para las escuelas, con becas que permitan a los alumnos seguir estudiando, con un proceso de formación contínua que sea sustentable en el tiempo, con proyectos de institución que sean incluyentes, con maestros con un comportamiento ético y profesional, con actitudes congruentes en su ser y en su actuar, con aceptar que es necesario elevar niveles de exigencia con nosotros mismos. Si queremos esa justicia social, apostemos a ofrecer calidad y esto se logra con responsabilidad profesional, que sólo es posible si movilizamos nuestro TALENTO Y COMPROMISO.

Referencias
Coll, César. Seminario sobre Reforma Integral de la Educación Básica en México, Madrid, octubre 2009.
Frade, Laura. No todo son competencias
Perrenoud, Philip. Conferencia sobre competencias en la formación docente. Guadalajara, México. Marzo 2009.
SEP. Plan de Estudios 2009. Educación Básica Primaria
SEP. SEB. Seminario Internacional sobre la Reforma Integral de la Educación Básica. Juan Carlos Tedesco en “Los desafíos de la Educación básica en el siglo XXI”; Francisco Miranda en “La Reforma de la Educación Primaria. Enfoque, propósitos y Aspectos transversales”; y Pilar Pozner en “Identidades profesionales en transformación”.

Notas
*Alumna de la maestría en Educación Básica. Universidad Pedagógica Nacional. UPN

**Profesor de la Universidad Pedagógica Nacional. Unidad UPN 095 D.F. Azcapotzalco.
1. SEP. Plan de Estudios 2009. Educación Básica Primaria
2. Coll, César. Seminario sobre Reforma Integral de la Educación Básica en México, Madrid, octubre 2009.
3. Perrenoud, Philip. Conferencia sobre competencias en la formación docente. Guadalajara, México. Marzo 2009.
4. Ibidem.
5. ¿Qué no es una competencia? http://www.calidadeducativa.com
6. Notas del Seminario Internacional sobre la Reforma Integral de la Educación Básica. Juan Carlos Tedesco en Los desafíos de la Educación básica en el siglo XXI; Francisco Miranda en La Reforma de la Educación Primaria. Enfoque, propósitos y Aspectos transversales; y Pilar Pozner en Identidades profesionales en transformación.

3 comentarios:

Laura Silva dijo...

Me parece el artículo que recaba perfectamente la realidad que se vive ante los cambios educativos. Más que nada el profesor necesita abrir los ojos a la complejidad del mundo en que vivimos y repensar que la educación es el único medio que hace libre al hombre. Fé, voluntad es lo que hace falta

Anónimo dijo...

Este artículo es una excelente reflexión para los que estamos inmersos en el mundo de la enseñanza. Felicidades.

Lupita dijo...

Mtro Felipe y Vero, gracias por infundirnos ánimo en nuestra labor docente. Saludos de Puebla.