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12 de abril de 2010

Presentación (Núm. 180, abril-junio 2010)

Miguel Ángel Arias Ortega*


En educación ambiental estamos haciendo más comunicación para personas que son más víctimas, que para las personas que provocan los problemas ambientales.
Pablo Meira

Quienes participamos en la Revista Caminos Abiertos tenemos la firme convicción de que la educación ambiental debe tener una presencia importante en el quehacer cotidiano del docente, a quien se le debe de proporcionar los elementos teórico-prácticos indispensables para desarrollar al interior del aula y fuera de ella, acciones vinculadas con la protección y mejoramiento del medio ambiente. Situaciones que se traduzcan en una mejor calidad de vida para todos los seres humanos, en especial para quienes han estado excluidos, olvidados y marginados del sistema político, social y económico en el que nos encontramos.

El reto planteado no tiene sencillez para pensarse ni facilidad para instrumentarse, sin duda es algo que se reconoce, pero es necesario seguir en el análisis, en la reflexión y en la práctica de nuevas acciones de educación ambiental, que trasgredan y rompan con los aspectos tradicionales donde, lamentablemente, como docentes, nos hemos encajonado. Es necesario mirar hacia otras posibilidades de pensamiento y acción, que nos permitan “no sólo construir nuevos caminos, sino también nuevas formas de caminar”. En este número de la revista, se presentan un conjunto de trabajos, reflexiones e ideas que tratan de mirar y pensar la educación ambiental desde ángulos distintos, que usted lector juzgue el cometido.

El volumen se inicia con el trabajo de Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán, intitulado: Educación Ambiental e Intervención Educativa, quien nos ofrece un panorama general sobre diversas acciones educativas y pedagógicas desarrolladas en el seno del programa de maestría en educación con campo en educación ambiental de la UPN-095 a lo largo de sus 18 años de existencia, descripción que vincula con una reflexión en torno al concepto de intervención educativa, donde discute y analiza una manera distinta de concebir y trabajar la intervención dentro del campo de la educación ambiental. Plantea una línea interesante de reflexión respecto al concepto de fracaso, el cual en el ámbito escolar se ha tomado como algo “negativo”, sin considerar su potencial para aprender de las experiencias de trabajo y valorizar más el aprendizaje obtenido, que aquello contemplado como expectativas.

El segundo trabajo lo presenta Patricia Álvarez Jurado y lo titula: Individualismo y Educación Ambiental, donde nos ofrece su punto de vista acerca de lo que el individualismo, fuera completamente de sus sanos niveles, ha aportado en el acrecentamiento de la crisis ambiental y de civilización que hoy padecemos. Destaca que el individualismo, la ciencia y la educación ambiental, sin duda son temas actuales de discusión, con los cuales podemos encontrar posibles respuestas a nuestros desafíos. Expone algunas reflexiones sobre la importancia de crear un pensamiento solidario y una conciencia de futuro —superando el individualismo atroz—, que nos lleve a construir una sociedad sustentable por medio de la educación ambiental.

Educación ambiental colegiada en la escuela primaria Kyoto: un camino de reflexión para el consumo responsable es presentado por Edith Corona Escalante quien analiza algunos de los efectos negativos que el actual modelo de desarrollo ha traído consigo en detrimento del medio ambiente, al tiempo que expone reflexiones en torno a las posibilidades de la educación ambiental en la construcción de alternativas de prevención, mitigación y en algunos casos de solución a determinados problemas ambientales. Ofrece como parte medular del mismo, una propuesta de intervención pedagógica que está en marcha en la escuela primaria, donde sostiene que su diseño estuvo basado en un proceso de Investigación – Acción – Participativa en el cual se incorpora la dimensión ambiental de la comunidad participante, y que busca que a través de la educación ambiental se abran distintos caminos de reflexión sobre el tema del consumo responsable en la institución escolar.

Sonia Rosales Romero analiza en su artículo: La gestión ambiental en el discurso político, las formas en que se abordan las cuestiones ambientales en el sector político de nuestro país. En él denuncia como existe una falta de coordinación entre las múltiples instancias que tendrían que diseñar y operar las políticas orientadas a la protección y mejoramiento del medio ambiente en nuestro país. Deja en claro cómo el discurso de la educación ambiental está prácticamente ausente de las referencias de la mayoría de los sectores gubernamentales, aun cuando el Programa Sectorial de Medio Ambiente y Recursos Naturales 2007-2012, precisa que la educación ambiental será fundamental para alcanzar un desarrollo humano sustentable, por el hecho de contribuir a la formación de ciudadanos conscientes de su participación en los procesos de degradación del medio ambiente y comprometidos con la protección, la conservación y el aprovechamiento sustentable de los recursos naturales. La autora expresa también que la comunicación y educación ambiental han sido incorporadas a los programas sin proyectarse como estrategias prioritarias y sin plantear acciones concretas que garanticen la intervención de todos los sectores de la sociedad, lo cual está en detrimento de las mismas.

Por su parte, Alejandra Meza Martínez, aborda el tema de la Educación Ambiental y la Narrativa Literaria infantil, donde parte de considerar que la literatura infantil se configura en una excelente estrategia para propiciar reflexiones sobre diversas cuestiones, entre ellas, lo ambiental. Afirma que como docentes debemos ser cuidadosos, porque si bien la literatura infantil es una estrategia que podemos utilizar con nuestros estudiantes, debe ser un proceso que no se limite únicamente a una lectura recreativa, espontánea o a una simple actividad que consuma tiempo de clase. De ahí, la necesidad imperante de que los docentes apreciemos las distintas características de un texto, y podamos utilizarlos en diferentes momentos con intenciones específicas, en especial tratar de acercar a nuestros alumnos a que aprecien su entorno, se cuestionen y participen sobre el mismo.

El trabajo de Analí Sánchez Paredes se titula: El juego para trabajar Educación Ambiental, en él afirma que utilizar el juego como estrategia de enseñanza en los niños y niñas del nivel primaria promueve la pasión por conocer, descubrir y saber, lo que les permite llevar a la práctica reflexiones, conocimiento y habilidades que los conduzcan a la comprensión y la sensibilización de las problemáticas ambientales. Aduce también que el juego permite partir de la experiencia previa del estudiante y relacionarla con todo aquello que aprecia: describirla, compararla, analizarla, formular preguntas, conjeturas e inferencias, situación que podemos utilizar con enorme potencial para los objetivos de la educación ambiental.

Este número lo concluye la entrevista realizada por Isadora Carcelen y Laura Caute a Hernán Sorhuet, educador ambiental uruguayo, quien describe algunas de las acciones que realiza dentro del campo de la educación ambiental en su país y fuera del mismo, al tiempo que nos da su punto de vista sobre la evolución de este campo de conocimientos, sus proyecciones, obstáculos y retos que enfrenta en este momento histórico.

Ciudad de México, Primavera, 2010.

* Profesor de la Maestría en Educación Ambiental, Unidad 095 Azcaptozalco de la Universidad Pedagógica Nacional.

Educación Ambiental e Intervención educativa

Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán*

Introducción
A lo largo de los dieciocho años del Programa Académico de la Maestría en Educación Ambiental, nuestra labor sustantiva ha sido formar más de trescientos profesores de educación básica, media y superior, con diez generaciones de Maestría y cinco del Diplomado en la Unidad 095 Azcapotzalco. También hemos aprovechado la Revista Caminos Abiertos como un medio de difusión de las actividades cotidianas (artículos, ensayos, números especiales, documentación de prácticas y casos, avance de investigaciones, etcétera). El grupo de profesores participa dentro del campo con Conferencias, Congresos, Coloquios y Simposios. Se colabora incluso en NEREA (Asociación Internacional de Investigación en Educación Ambiental, con sede en Portugal).

No obstante, de lo que más nos hemos enorgullecido es el haber interactuado dentro del campo de la educación ambiental en hábitos más allá de la Universidad Pedagógica Nacional, casi siempre como respuesta a una solicitud de una contraparte. Así, participamos con maestros en el Estado de México generando un Diplomado para el Departamento de Secundarias Técnicas (1995); con la generación de una serie de estrategias pedagógicas con la Organización no gubernamental Embajadoras y del Ambiente y los profesores Márquez, directores de secundaria en los Tuxtlas, en el estado de Veracruz (1995); actividades que se continuaron con campañas de reforestación y con el Diplomado en Promotoría de la Educación Ambiental; se participó con maestros de las Normales y el Instituto de Posgrados del estado de Chiapas en la implementación y operación de la Maestría de Educación Ambiental (1997-2000); se apoyó la construcción de la Especialización de en Educación Ambiental de la Benemérita Escuela Nacional de Maestros (2000-2001); el Diplomado de Educación Ambiental para Maestros de Educación Básica en el estado de Tabasco con la CONALMEX/UNESCO; así como la organización del Primer Día de Acceso a la Información Ambiental con la organización civil Cultura Ecológica en el 2008.

Al no convencernos el término de extensión universitaria, a estas acciones las llamamos intervenciones educativas. En el presente artículo comenzamos una reflexión sobre este término en nuestro campo.

Educación Ambiental e Intervención educativa
Aunque podría considerarse cierta carga negativa o incluso terapéutica, por el peso que se le dio al término intervención por su trayectoria en disciplinas como la historia (intervención como invasión o conquista), la medicina (intervención quirúrgica) o en la psicología (intervención en crisis) a nuestro juicio el hecho educativo está marcado en forma inevitable por la intervención. Reconociendo que en la historia de la pedagogía, sobre todo en el inicio de la modernidad occidental la parte de normar y disciplinar escolares, se conformará.

La intervención educativa en educación ambiental puede tener múltiples usos y finalidades: con un contenido, objetivo, competencia, conocimiento, proyecto, habilidad. Y se puede realizar de diversas formas: como diálogo, facilitación, construcción, compartir, enseñar, mostrar, ejemplificar, transferir o desarrollar o producir colectivamente para finalmente ser incorporado, asimilado o aprendido por un sujeto o comunidad. Lo que sí es recomendable es que los sujetos a ser intervenidos nunca sean considerados como una tabula rasa o el vacío que se tiene que hay que ocupar. Tal vez lo más importante a la hora de intervenir educativamente sea el saber previo y la forma en que se pone en juego didácticamente el saber a incorporar.

Hay que tener presente que los orígenes de la intervención de lo social, se encuentran en la Ilustración en Francia, en la orientación pedagógica que impulsa la metamorfosis de los discursos, las prácticas y las instituciones en una transición hacia la modernidad. Es lo que Michel Foucault (1989) señaló como el surgimiento de la modernidad que le descubrió las libertades al hombre, también inventó las disciplinas, que dan origen a la sociedad normalizadora. La disciplina es ingrediente fundamental en la racionalidad de occidente y de una primera forma de pedagogía permeada de un poder micro-físico del cual todavía no le es fácil desprenderse.

La disciplina 'fabrica' individuos; es la técnica específica de un poder que se da en los individuos a la vez como objetos y como instrumentos de su ejercicio. No es un poder triunfante que a partir de su propio exceso pueda fiarse en su superpotencia; es un poder modesto, suspicaz, que funciona según el modelo de una economía calculada pero permanente. El ejercicio de la disciplina se despliega en tres aspectos fundamentales: la vigilancia jerárquica, la sanción normalizadora y el examen. La vigilancia se ejerce partir de la mirada sobre el otro, con la finalidad de vigilar permanentemente su comportamiento, para que éste no se desvíe del cauce normal. El aparato disciplinario perfecto permitiría a una sola mirada verlo todo permanentemente (Foucault, 1989).

En el siglo XIX con la irrupción de las disciplinas, las intervenciones se vuelven sistemáticas, organizadas y fundamentadas, se generan dominios de saber que imponen nuevos objetos, conceptos y técnicas de intervención que en definitiva construyen nuevos sujetos de conocimiento. La intervención gana consistencia en la medida que se endurece y cae en la tentación de la imposición. En la escuela, por ejemplo, se van a ir haciendo normales y cotidianas prácticas para hacer dóciles a los cuerpos: atender al llamado, formar fila, mirar al frente, estarse quietos, ocupar el banco en el lugar que se les asigna a cada uno, saludar a las autoridades, levantarse a un costado del pupitre cuando ingresa un directivo o un profesor, entre otros, comportamientos que aseguran la rectitud y la aceptación de las normas y horarios.

En el siglo XX la intervención de lo social y educativo se extiende, se convierte en un instrumento político, que pasa del asistencialismo al reformismo y al populismo hasta llegar a políticas públicas de bienestar social de los años cuarenta de este mismo siglo.

En el contexto actual muy probablemente por un Estado en retroceso, que se bate en retirada, como regulador e interventor social, el concepto de intervención educativa se ha ido modificando hacia la construcción de un espacio de libertad. Se construye en intersticios/lugares donde es posible reconstruir la historicidad de los sujetos, recuperando la trayectoria de vida, su subjetividad y representaciones. Tiene que ver con la irrupción definitiva de los enfoques humanos y cualitativos, en el que las personas son únicas, sujetos con quienes establecer una comunicación no directiva que posibilite enriquecimiento mutuo. La intervención educativa hoy toma en cuenta la autonomía, la autogestión, la recuperación del pasado y la territorialidad, el intercambio que fortalece. El otro no es alguien a moldear sino portador de una historia social, cultura y relaciones interpersonales. No implica agregar o quitar nada, sino solamente hacer ver aquello que el contexto ofrece: el escenario, el clima impiden visualizar. Es más integración que fragmentación. Es una forma discursiva y práctica distinta, de vinculación con los otros. Se construye en la relación y elucidación, no en la imposición. Es intercambio más que dogma (Foucault, 1979; Carballeda, 2002).

La intervención es un vehículo ideal para los proyectos de educación ambiental, dada la apertura metodológica y didáctica que permite el libre curso de saberes que se enriquecen. En los que temas emergentes como: el consumo sustentable, la educación para los medios, la promoción de una cultura de paz, democracia, equidad social, solidaridad, la educación para el género y la sexualidad, la multiculturalidad y la sustentabilidad, se entrelazan y afirman mutuamente en busca de abrir brecha para lograr un mundo más justo, equitativo y duradero (Sorhuet, 2010).

Las intervenciones en educación ambiental no necesariamente tienen que ser exitosas, en el sentido que el occidente del siglo XX, lo entendió como logro por encima de algo, casi siempre material, sino su valor puede encontrarse en lo que nos puede enriquecer en términos de aprendizaje. Una gran debilidad, por ejemplo en las instituciones educativas, es cómo se entiende el fracaso escolar: como algo que no se puede mejorar, como algo definitivo, como la imposibilidad de seguir adelante. Fracaso es, desde esta limitada razón, lo contrario al éxito: lo que está por debajo de alguna expectativa. En intervención de educación ambiental hay que estar muy atentos, como lo sugiere Germán Llerena (2009) a la lógica institucional y tener presente qué se puede obtener.

¿Qué sucede cuando fracasa una acción ambiental? Por ejemplo, muchas escuelas realizan actividades o programas en cuyos finales siempre dirigen una petición a las autoridades, y les piden infraestructura para las basuras, la protección de un espacio o lo que sea. En muchas ocasiones, esa acción fracasa, porque las instituciones son lentas, o no son sensibles, o lo que sea. A partir de ahí, ¿sólo se puede trabajar con las instituciones para que asimilen esa acción ambiental y den respuestas positivas? muchos profesores así lo viven, y detienen su actividad en educación ambiental, porque consideran que "ya me he cansado de pedirlo" o porque "hasta que no haya una respuesta, no quiero que mis alumnos fracasen", y poco a poco les atrapa esa sensación que tanto conocemos de cansancio.

El fracaso institucional no puede detenernos. Primero, porque el fracaso de la acción quizás es un éxito educativo, si nos ayuda a entender qué relaciones sociales, institucionales nos rodean. Segundo, porque no sólo somos parte de instituciones, somos más que eso, y podemos llevar la contraria de maneras muy creativas, construyendo pequeñas realidades de esa sociedad que queremos.

La educación ambiental es una propuesta educativa, muchas veces de intervención que es propositiva e innovadora, sobre todo al ir a contracorriente.

Reflexión final
Por lo anterior, se puede considerar que la intervención educativa siempre ha de considerar al contexto, el tiempo y las referencias particulares en que la educación ambiental entra en acción. No se trata de imponer o prescribir algo sino de construir colectivamente. No hay una forma única, guía, receta o manual bueno para cualquier ocasión. Hay que considerar que los destinatarios, objetivos y alcances de los procesos de educación ambiental dependen de los contextos donde se desarrollan y de los ámbitos desde donde surgen. Es evidente que no es lo mismo trabajar en una universidad que en la Administración de Parques Nacionales, ni un proyecto de educación ambiental de una empresa que un programa para conservar especies autóctonas en comunidades locales. En cada caso las actuaciones son diferentes, con distintos logros y muy válidas. En muchos casos también existen programas sociales, comunitarios, o ambientales donde la educación ambiental está implícita por sí misma (Andelman, 2009) lo importante es partir de lo que se tiene para, junto a la gente, ir hacia adelante, rompiendo los criterios prescriptivos.

Bibliografía
Andelman, M. (2009) Educación ambiental en acción. Red Iberoamericana de Educación Ambiental G-idea. 20-VI -2009
Carballeda, A. (2002) La intervención en lo social. Exclusión e integración en los nuevos escenarios sociales. España. Editorial Piados.
Foucault, M. (1989) Vigilar y castigar. Buenos Aires. Editorial Siglo XXI.
Llerena, G. (2009) Agenda 21 escolar. España. Universidad Autónoma de Barcelona.
Sorhuet, H. (2010) Entrevista de alumnos de la Maestría en Educación Ambiental de la Unidad 095 de la Universidad Pedagógica Nacional. Inédita.

* Coordinador de la Maestría en Educación Ambiental, Unidad 095 Azcapotzalco de la Universidad Pedagógica Nacional.

Individualismo y Educación Ambiental

Patricia Marcela Álvarez Jurado*


Yo diría a los educadores y educadoras:
ay de aquellos y de aquellas que pierden su capacidad de soñar,
de renovar su valentía, de denunciar y de anunciar.
Ay de aquellos y de aquellas que,
en lugar de visitar de vez en cuando el mañana,
el futuro, por su profundo compromiso con el hoy, con el aquí y ahora,
se aten a un pasado de explotación y de ruina.
Paulo Freire

Presentación
La falta de solidaridad y cooperación en que vivimos, acentuadas notablemente, por la filosofía individualista y competitiva de la globalización, tiene sus orígenes en la forma en que los seres humanos han desarrollado su pensamiento, en su afán de dominar a la naturaleza y a sí mismos, y al desarrollo científico-tecnológico que éstos han alcanzado para llegar a cumplir sus propósitos.

El individualismo salvaje al que nos enfrentamos hoy en día es un fenómeno social muy complejo. En la eterna competencia y falta de solidaridad en la que nos encontramos, especialmente en las grandes ciudades, intervienen varios factores, tales como: políticas económicas y modos de producción que favorecen una actitud egoísta, ambiciosa e individualista; así como una filosofía de la globalización que las promueve y sustenta.

El individualismo tipificado como un problema social y ambiental tiene diferentes explicaciones y debe ser visto desde varias posiciones para poder hacer un análisis cercano a la realidad.

La educación ambiental es una herramienta que nos permite el análisis de las problemáticas ambientales producidas por los fenómenos sociales, culturales, económicos, políticos e históricos de la humanidad; pero no nos puede dar recetas para solucionarlas. Con la educación ambiental como medio para la transformación debemos de revalorar algunos aspectos de nuestra vida, haciéndola más solidaria y menos competitiva y a la vez dar el justo lugar que le corresponde a lo que actualmente se valora más que nada: el dinero, el cuerpo y el sexo. Estos tres sobrevaluados aspectos de la vida de los humanos son una base importante del individualismo exagerado de nuestra época.

Para el modelo económico capitalista neoliberal, el consumo, la competencia y el individualismo son sus banderas. Estos factores, en conjunto con muchos otros, propician el deterioro ambiental que el planeta sufre, hace ya algunas décadas. El gran consumo ilimitado de nuestros recursos, sin tener en cuenta el límite de nuestros ecosistemas, ha causado un desequilibrio en la naturaleza tal, que hoy por hoy la permanencia de la especie humana en la Tierra se ve gravemente amenazada.

Individualismo y Educación ambiental
La globalización y su filosofía individualista y competitiva han generado una gran indolencia y despreocupación por los demás y por lo que pueda ocurrir con la naturaleza. Han generado además, una falta de solidaridad humana, que no nos permite hacerle frente a la problemática ambiental. Sólo pensamos en nosotros mismos y hemos perdido la conciencia de que sin una naturaleza sana, la especie humana no puede subsistir. Modificar, detener o cambiar este modelo depredador y su filosofía, ya no es nada más una cuestión de desarrollo humano sino una necesidad de evitar nuestra propia destrucción. Tenemos que sentirnos nuevamente en armonía con nuestro planeta y asumir que una ciudadanía terrestre es asumir nuestra comunidad de destino (Morín, 1993).

Para poder asumir esa ciudadanía es importante establecer qué es la globalización, relacionarla con los factores económicos, políticos, sociales y culturales; además de asociarla a las formas de pensar de los individuos y estar conscientes del papel que ésta juega en la situación de crisis ambiental y de civilización a la que nos enfrentamos. La globalización es un proceso mundial que afecta a los países de diferentes formas y en algunos, los menos, juega a su favor. Para la clase trabajadora en América Latina este modelo ha sido nocivo, ya que detrás del discurso neoliberal que promete una mayor igualdad de oportunidades se encuentra una realidad creciente de desigualdad económica, social y cultural que además ha traído un gran deterioro ambiental. La mayor parte de las veces los mismos protagonistas de esta desigualdad no son conscientes de que están frente a una crisis ambiental severa, una crisis que se debe atacar desde su raíz. La educación ambiental es uno de nuestros mejores recursos, para resolver o cuando menor frenar, algunos de los problemas ambientales imputables a este modelo civilizatorio, contribuyendo a esa transformación por medio de acciones basadas en la equidad y en la solidaridad.

La globalización, como proceso en nuestro planeta, ha necesitado de herramientas que le permitan imponer su dominio y empoderar al mercado como el gran regidor de la vida humana. Una de esas herramientas es su filosofía individualista y competitiva. La falta de solidaridad y cooperación en nuestra sociedad facilita el camino hacia un modelo único que responde a los intereses de los grupos oligárquicos del mundo. El neoliberalismo, disfrazado de democracia, no es más que un totalitarismo, que pretende imponer un modelo único de producción, y es a su vez dogmatismo, pues sus principios oscuros y contradictorios, se presentan como verdades incuestionables (Chomsky y Dieterich, 1995).

La globalización tiene varias definiciones, dependiendo del organismo que la señale; pero muchas de ellas concluyen, en que tiene una tendencia económica a ponderar un exclusivo interés a “el mercado”. Al decir de Joaquín Estefanía (2002: 28) la globalización es “un estado de desarrollo planetario sin barreras, dónde todo está próximo, accesible, donde todo comunica y donde, consecuentemente, las solidaridades y las interdependencias se acrecientan”. La realidad es que en Latinoamérica no ha sido así. En esta parte del planeta el proceso de globalización ha sido aquel en que el pez grande se ha comido al chico; y de esta manera se ha privilegiado una forma de acción unilateral y muy peligrosa. Cuando sólo importa el mercado, es decir, lo que se compra y lo que se vende, emerge el consumo sin freno, sin mesura y a cualquier precio, incluyendo obviamente, la destrucción de la naturaleza. En estos días todo el mundo está educado y adaptado al consumo ilimitado (Lipovetzky, 2007). La gente sustenta su existencia en el tener y tener a cualquier modo.

A un modelo económico y civilizatorio de este tipo no le interese una sociedad solidaria, cooperadora y justa. Todo lo contrario, éste tiene un modelo educativo y un nivel tecnológico que favorecen e incitan a la desintegración social y al individualismo. Con esto se provoca que los menos sean los que se interesen por un futuro para todos.

El egoísmo que sólo nos hace pensar en nosotros mismos, la falta de cooperación, la eterna competencia y la actitud antidemocrática son elementos que favorecen este proceso de globalización y dominación mundial. Por esto es importante establecer qué es la globalización y su relación con la omisión de los valores democráticos, como la solidaridad, la cooperación y la justicia. Valores éstos esenciales para restablecer la armonía con la naturaleza y la paz entre los pueblos.

El individualismo, la competencia desleal, la falta de cooperación, la injusticia y el consumo desmedido, hacen que la sociedad esté en camino a una existencia de soledad y desacierto, en donde ya no importa quién eres sino cuánto tienes. En el afán de acumular más y más le pedimos a la naturaleza mucho más de lo que nos puede dar, propiciando así un deterioro ambiental de dimensiones catastróficas que pone en peligro a nuestro planeta y a la supervivencia de nuestra propia especie.

Este éxtasis por el “sí mismo”, lo vemos reflejado en el cotidiano actuar de nosotros en la sociedad, de nuestros alumnos y de los compañeros de trabajo. Lo reflejan también los medios de comunicación y gran parte de la publicidad; y lejos de ser esto, solamente una crisis de este sistema, resulta que es su mayor logro, éste ha sido uno de los objetivos y columnas de sustento del modelo globalizador.

En nuestra sociedad actual los seres humanos estamos cada vez más solos y temerosos de nuestro futuro ya que el sistema engendra el que cada uno exija estar solo, cada vez más solo y simultáneamente no nos soportamos a nosotros mismo, cara a cara (Lipovetsky, 2002). El narcisismo colectivo nos invita a vivir en el “yo” perpetuo sin importar el pasado o el futuro, pues sólo el presente es lo que importa. Al vivir solamente en el presente se va desgastando hasta morir, el sentimiento de pertenencia a generaciones pasadas y se va perdiendo también nuestra historia.

Debemos de utilizar la ciencia y la tecnología a favor del equilibrio y la sustentabilidad y lograrlo por medio de la educación ambiental. Nuestra sociedad actualmente, es llamada la sociedad del conocimiento ya que cada vez más tenemos acceso a la información. Debemos pues, utilizar estos recursos para crear herramientas y estrategias que sean capaces de educar ambientalmente y generar un cambio que modifique nuestro destino. Tenemos que buscar e implementar los instrumentos que nos permitan, por medio de la educación ambiental, dar a nuestros alumnos la conciencia de que este mundo está en peligro y que el excesivo individualismo en el que vivimos no nos deja ver que en nosotros está la solución; tan solo con modificar nuestra conceptualización del yo e incluirla en una conciencia planetaria que nos permitiera a todos los humanos vivir en el jardín común de la vida y habitar en la casa común de la humanidad (Morín, 1993).

La competencia es atroz, el pensamiento posmoderno y el avance de la ciencia y la tecnología, nos llevan aceleradamente por caminos confusos cuyos resultados, hasta el momento, no podríamos imaginar y mucho menos cuantificar en su totalidad. Desde que los seres humanos toman conciencia de su yo, se separan de la naturaleza y hacen de ella un objeto de estudio y de explotación, se ha provocado una crisis, producto del mal manejo de nuestros recursos y el consumo exagerado de los mismos.

La educación ambiental surge como una forma de pensar, como una actitud hacia la vida y sobretodo como un respeto a la naturaleza y a la humanidad. Por medio de la educación ambiental, se pueden generar cambios de actitud en los diferentes integrantes de la comunidad que nos lleven a la modificación de conductas individualistas; y que esa nueva forma de ver la vida, nos permita enfrentar y solucionar problemas ambientales y de consumo en beneficio de nuestro planeta y de nosotros mismos. Debemos construir sociedades sustentables por medio del desarrollo de una pedagogía que nos dé los medios necesarios para enfrentar un proceso educativo efectivo, que nos conduzca a la modificación de conductas y nos lleve hacia un futuro más equitativo, solidario y justo, con el cual construyamos una sociedad capaz de satisfacer las necesidades de las generaciones de hoy sin comprometer la capacidad y las oportunidades de las generaciones futuras (Gadotti, 2002).

Para no comprometer la capacidad y las oportunidades de las generaciones futuras es indispensable lograr que los maestros y maestras actuales y futuros comprendan que el individualismo es un factor del deterioro ambiental y asuman el rol que les corresponde en la construcción de una identidad propia pero solidaria, en sus alumnos, que a su vez reconozca la existencia del otro y con ello elaboren estratégicas y desarrollen valores que contrarresten o al menos disminuyan, dicho deterioro; colaborando asimismo en la creación de una conciencia planetaria. Un pensamiento solidario y cooperador se opone al pensamiento de lucro e hiperconsumo del modelo capitalista neoliberal. Difícilmente podremos llegar a una sociedad sustentable sin una economía que contemple al medio ambiente y esté consciente de los límites de nuestros recursos naturales. Tenemos que alcanzar un desarrollo económicamente eficiente, ecológicamente soportable, políticamente democrático y socialmente justo (Gadotti, 2002).

Es muy difícil imaginar este tipo de desarrollo dentro de un modelo social-político-económico que ha demostrado ser esencialmente insustentable. El capitalismo por su esencia misma, “la explotación del hombre por el hombre” (Marx), difícilmente podrá dar cabida a un modelo que incluya un pensamiento de equilibrio ecológico y sustentable ya que solamente está en su naturaleza el consumo ilimitado de nuestros recursos naturales y humanos. El significado que encierra la connotación de desarrollo sustentable está acompañado de un estilo de vida, que nada tiene que ver con la filosofía del capitalismo. El desarrollo tal y como lo concibe el modelo económico actual, nada tiene que ver tampoco, con la solidaridad, la cooperación o la justicia y mucho menos con la idea de pensar, ya no en las generaciones futuras, sino en las generación actuales.

Esta forma de relacionarnos con la naturaleza y con nosotros mismos nos ha llevado a enfrentar un deterioro ambiental importante y una crisis de índole planetaria que parece difícil de solucionar, si no logramos cambios de fondo en nuestro modelo económico actual.

Debemos cambiar nuestro pensamiento para tomar el futuro en nuestras manos y dejar de sentir que la modernidad solamente nos ha traído desconcierto y un mundo post-moderno[1] que no nos ofrece en lo absoluto un porvenir. Es indispensable salir de nuestro aislamiento, de nuestro egocentrismo, dejar atrás este individualismo aberrante que solamente nos promete un futuro de soledad y anonimato y cambiarlo por una actitud solidaria con nosotros mismos y con lo que nos rodea y hacerle frente a la crisis de civilización que vivimos y buscar soluciones, aunque esto parezca utópico. Debemos dejar la desidia, la indolencia y la ignorancia y resurgir seguros de que somos los hacedores de nuestro futuro. No podemos seguir pensando que el desarrollo y el progreso, de las grandes potencias, lo justifica todo. No es justo permitir que estos dos conceptos mal entendidos pongan en peligro la permanencia de nuestra especie en la Tierra.

A manera de reflexión final
El individualismo extremo, producto de la filosofía de la globalización que por varias décadas ha impregnado todas las actividades humanas debe ser contrarrestado con actitudes solidarias y justas que permitan la construcción de una conciencia planetaria. La educación ambiental, aunada a muchos otros instrumentos, es el elemento indispensable para llegar a enfrentar la problemática de una crisis de civilización como la que atravesamos.

La educación ambiental nos dará los instrumentos y las estrategias necesarias para buscar soluciones de fondo que nos permitan crear un mundo con sociedades sustentables que garanticen el equilibrio social, cultural, económico y político de nuestra civilización. Por medio de la educación ambiental tenemos que encontrar ese equilibrio, encontrar esa sabiduría para utilizar la ciencia y la tecnología de tal manera que nos lleve a obtener de la naturaleza lo que necesitamos, respetando su ritmo, su fuerza y sus limitaciones, asegurando con esto la permanencia de nuestra especie en la Tierra.

Bibliografía
Chomsky Noam y Dietrich Heinz (1995) La sociedad Global. México, Editorial Joaquín Motriz.
Estefanía, Joaquín (2002) Hij@ ¿Qué es la Globalización? España, Santillana.
Gadotti, Moacir (2002) Pedagogía de la Tierra. México, Siglo XXI Editores.
Leff, Enrique (2008) Discursos sustentables, México, Siglo XXI Editores.
Lipovetsky, Gilles (2002) La era del vacío. México, Anagrama.
Morin, Edgar (2006) Tierra patria. Buenos Aires, Nueva Visión.
Internet
Lipovetsky Gilles (2007) El consumo sin freno en: La felicidad paradójica. Publicado en el suplemento “el Angel” del periódico Reforma México D.F. 2 de diciembre de 2007.

* Alumna de la Maestría en Educación Ambiental, Unidad 095 Azcapotzalco de la Universidad Pedagógica Nacional
1. El término postmoderno o postmodernidad designa generalmente un amplio número de movimientos artísticos, culturales, literarios y filosóficos del siglo XX, definidos en diverso grado y manera por su oposición o superación del moderno.

11 de abril de 2010

La Educación Ambiental colegiada en la escuela primaria "Kyoto": Un camino de reflexión para el consumo responsable

Edith Corona Escalante*


Consumo responsable ¿Para qué?
El destino nos está alcanzando, a veces creo que somos protagonistas de alguna película futurista, donde veríamos; destrucción, hambruna, desastres ecológicos, sin embrago, lo empezamos a percibir en el presente. Una muestra de ello son los acontecimientos que vivimos día a día, vivir en una gran urbe tiene su precio, y lo estamos pagando, a mayor población, mayor demanda de servicios que a su vez genera crisis ambiental como; falta de agua, desempleo, delincuencia, consumismo, mayor producción de desechos, vialidades saturadas por automóviles, emisión de gases tóxicos, inundaciones, la lista sin duda es larga. Más allá de las ciudades, la crisis del campo mexicano, deforestación, narcotráfico, etc., problemáticas locales que derivan en catástrofes planetarias como el cambio climático y la reducción de la capa de ozono.

Con la explotación desmesurada de los recursos naturales, los intereses políticos y económicos, con disfraces de cumbres, acuerdos y compromisos mundiales, estamos obedeciendo el modelo de desarrollo capitalista que ha provocado alteraciones al medio ambiente natural y social, que nos afectan como humanidad. Lo anterior, me lleva a pensar que cada vez tenemos retos más difíciles de enfrentar como humanidad, sin embargo; creo que si no hubiera esperanza, las investigaciones, las organizaciones gubernamentales y no gubernamentales, las alternativas de desarrollo sustentable y aún la educación ambiental, no tendrían razón de ser, todo sería en vano. Por tanto, una posición estéril e inerte no es la apropiada ante una problemática que compete a todos.

En este presente amenazante, ante un futuro incierto, vivimos, estoy cierta que, entre más informados estemos de nuestras realidades, podremos detectar posibilidades de acción, implementar estrategias, proponernos metas y retos, a través de la educación ambiental para propugnar un mejor futuro para todos los que habitamos el planeta.

Como país tenemos grandes desafíos, sin embargo, desde nuestro contexto, podemos buscar alternativas. Después de 26 años de servicio en el magisterio a nivel primaria, considero que la base fundamental de la educación es la práctica docente, porque gracias a los saberes, habilidades y actitudes de los profesores de cada escuela, en colegiado, se tiene la posibilidad de construir una intervención pedagógica, donde emanen propuestas de aprendizaje para la vida a través de la educación ambiental. Con el simple fin de compartir con los que nos rodean lo mejor de nosotros y nuestra percepción del mundo en la construcción de caminos que contribuyan a mejores alternativas de convivencia.

Actualmente tengo la función directiva de la escuela primaria oficial “Kyoto” turno matutino y considero que el papel del educador debe ser proactivo de procesos generadores de cambios de actitud, en beneficio de nuestro entorno social y natural con responsabilidad tanto individual como colectiva ante las amenazas y crisis en las que nos encontramos inmersos. “Los procesos formativos vinculados con lo ambiental buscan otorgarle una mayor libertad al docente para implementar, desarrollar y reinventar estrategias de trabajo desde su salón de clases y desde la realidad ambiental que comparte con los educandos…como el escenario ideal para arribar a mejores condiciones de bienestar” (Arias 2009: 107). La educación la concibo como motor de cambio y a la educación ambiental como la vía de acceso en la generación y recreación de conocimientos, habilidades, valores, aptitudes y actitudes, que me permita desde mi quehacer docente, mirar el mundo desde una perspectiva crítica y analítica de las realidades actuales, a favor y mejoramiento del medio ambiente en que vivo.

Por lo anterior, propondré una intervención pedagógica en la escuela primaria en la que laboro a través de temas transversales desde la educación ambiental, a fin de acrecentar la cultura ambiental entre la comunidad escolar.

Primero indagué, a través de encuestas y observación directa, cuáles son las necesidades pedagógicas y sociales que desde su quehacer detectan los profesores de la escuela primaria “Kyoto”. Después observé que muchas de nuestras inquietudes iban en función de los modos de consumo de los profesores y de los niños, ya sea al alimentarse, a los medios de comunicación (televisión), y su relación con los juegos y juguetes, por tanto, surgió el cuestionamiento en colegiado: ¿Podremos como educadores generar una educación de consumo responsable?

De ahí intentar ver a la educación ambiental como una oportunidad para reflexionar primero en la búsqueda del origen de la crisis ambiental, observando el modelo de desarrollo y el estilo de vida social actual, para pensar en las consecuencias individuales, sociales y ambientales que conlleva, recapacitar acerca del consumo que como adultos tenemos y luego poder incidir en los niños y sus familias, haciendo análisis socio-histórico del modelo de desarrollo, reconceptuando el papel de la educación en México, para construir un puente entre la escuela y la vida, relacionando, lo que se enseña en contenidos de planes y programas de la Secretaría de Educación Pública, con lo que se aprende y aplica en la vida buscando un beneficio futuro para todos.

El tema del consumo es central, apasionante y apremiante en la sociedad actual y se ha puesto a discusión y análisis en juntas de consejo técnico consultivo y espacios de intercambio entre los docentes.

Educación ambiental y consumo responsable en la escuela
“El consumismo -la práctica y acción de consumir
no sólo se observa como actitud y hábito irracional
al superar el umbral de las necesidades del sujeto, sino
que afecta por sus consecuencia a la comunidad entera”
Lipovetsky

La educación ambiental se presenta como estrategia ante el problema del consumo, requiere de dos perspectivas: la individual o formación personalizada y la social o necesaria toma de conciencia grupal o comunitaria. Pedagógicamente hablando pueden distinguirse dos etapas en la educación del consumidor; la primera de ellas, de tipo educativo-orientativo, centrada en la cuestión económica y en la calidad del producto, como elemento motivador del gran público —comprar mejor por menos dinero—. Su objetivo sería el logro de la responsabilidad personal y la racionalización de los hábitos consumistas. Una segunda etapa, que podríamos llamar auténticamente pedagógica, pretendería superar el sentido educativo-orientador por el de un armazón de conocimientos e informaciones que de forma global y total pretenden en todos los órdenes defender al ciudadano de los problemas y peligros inherentes al consumismo. Y esta última, es el sentido de la propuesta de intervención pedagógica expuesta en este trabajo.

Dentro del contexto particular de la escuela mexicana, uno de los retos primordiales es consolidar la incorporación de la dimensión ambiental al Sistema Educativo Mexicano, en todos sus niveles, con el fin de potencializar nuevos espacios, otras miradas y diferentes propuestas en referencia a la problemática ambiental, desde una visión pedagógica, a través de la práctica docente.

La relación que el consumo posee con la salud y con el medio ambiente, evidencia la necesaria inclusión de la educación ambiental dentro de los proyectos educativos de ámbito social e incluso planetario. Educar para el consumo no es sólo educar para defender derechos individuales y comunitarios sino también para frenar presiones que afectan a la salud de la humanidad. Que mejor que hacerlo desde la escuela, educando para el bienestar común. Debemos inculcar una “Educación orientada a la vida” de forma que las personas no se sientan obligadas a respetar la naturaleza por deber sino a respetarla por su valor mismo, por la alegría y el gozo que produce salvaguardar aquello a lo que se tiene aprecio profundo, y no a consumir sólo por consumir” (Cortina, 2008: 77).

La población infantil es la parte más vulnerable de la sociedad de consumo, ya que a través de los medios de comunicación se les bombardea con información, presentándoles productos atractivos siendo inductores del consumo de los adultos con los que conviven. “La educación constituye la piedra angular de la protección del consumidor, entendiéndose la misma como formación del consumidor desde las edades más tempranas y tiene como objetivo educar y formar niños y jóvenes para que sean consumidores críticos, solidarios y responsables, que sepan tomar decisiones ante las numerosas ofertas que les ofrece la sociedad del consumo” (García, 1999: 132). En la escuela primaria se ubican niños en edades escolares (de 6 a 12 años) prestos de conocer el mundo y de adquirir aprendizajes, que les sean útiles en su vida cotidiana, el ámbito educativo ofrece condiciones favorables para el reforzamiento de valores y cambios de actitud.

La mayor parte de los maestros, contamos con una gran sensibilidad para poder percibir el mundo y sus contrastes, por tanto, podemos fomentar desde el aula, prácticas y acciones enfocadas a cambios de actitud y hábitos de consumo, que repercuta en sus familias y provoque otro estilo de vida, haciendo consciente el origen, uso y destino de los productos que usamos, así como sus implicaciones en el ambiente y en nosotros mismos.

El presente trabajo de intervención pedagógica, se basa en un proceso de Investigación – Acción – Participativa en el cual se incorpora la dimensión ambiental de la comunidad participante, teniendo como fin, que a través de la educación ambiental se pueda abrir camino de reflexión para el consumo, con la finalidad de implementar cambios de actitudes y hábitos de consumo primero en los docentes y luego en la comunidad de la escuela primaria “Kyoto”. Recuperando la experiencia de trabajo colegiado de educación ambiental en torno al consumo de alimentos, la influencia de la televisión para el consumo y la relación que guarda el consumo en el juego y el juguete de la comunidad escolar.

El siguiente cuadro esquematiza la metodología a realizar, tomando en cuenta tres momentos; la investigación documental, las prácticas docentes y el análisis de resultados.
Al interior del plantel ya se han estado trabajando estrategias que promueven los temas seleccionados:

Consumo de alimentos
Las dietas recomendadas para niños deben promover la salud, apoyar el crecimiento y desarrollo y prevenir el riesgo de enfermedades.

El consumo excesivo de alimentos altos en grasa y el bajo consumo de frutas y verduras han sido relacionados con enfermedades crónico-degenerativas. En México, tales enfermedades están en aumento. Se sugieren medidas locales, regionales y nacionales dirigidas a mejorar la dieta de los niños mexicanos.

México aparece como el país cuya infancia se expone a la mayor cantidad de anuncios televisivos, sobre todo de alimentos contrarios a las recomendaciones de una dieta sana. El número de mensajes televisivos de alimentos chatarra que enganchan a menores de edad y los convierten en consumidores potenciales aumenta sin control. El sobrepeso y la obesidad también son consecuencia de alto consumo de productos chatarra y comida rápida que sólo proporcionan energía al cuerpo, más no proteínas, vitaminas y todo lo que requiere para tener un funcionamiento adecuado.

Al respecto maestros de la escuela primaria “Kyoto”, en todos los grupos de 1º. a 6º. han realizado diversas estrategias y actividades encaminadas al consumo responsable de alimentos que generen salud y bienestar personal.
    Se sustituyó la venta de dulce por productos como amaranto, garbanzos, pepitas, palanquetas y frutas.
    Algunos papás compartieron recetas de ensaladas y comidas que elaboraron junto con los niños y les informaron de los beneficios de una alimentación sana.
    Se promovió la ingesta de cítricos en temporada invernal, para refuerzo en vías respiratorias y la elaboración de dibujos y otros materiales con las cáscaras.
    Se están llevando a cabo pruebas de resistencia y sustitución, cuántas bolsas de frituras comes a la semana y cuántas sustituiste por una manzana u otra fruta, etc.

Consumo y Televisión
En algunos casos, niñas y niños ven la vida como una telenovela, porque así se les presenta y asumen que en la realidad deben seguir los estereotipos, lo que repercute en su comportamiento y en la forma de entender los hábitos sociales. Gran parte de los programas tienen un alto contenido de violencia y observan un alto índice de audiencia, porque esta conducta es fácilmente comercializable en todas las formas y expresiones.

La televisión no sólo incide en la conformación de ser y de percibir, sino también de los gustos. Se afirma que logra “capturar los sueños”. En el caso de las niñas propicia la búsqueda “del ideal” del cuerpo esbelto, estereotipos que desembocan en trastornos como la anorexia y la bulimia. En la actualidad, algunas menores dejan de comer y consumen grandes cantidades de agua, para conservar una estructura corporal impuesta por la influencia sublime de los anuncios televisivos. Al respecto se realizó una encuesta en la escuela primaria “Kyoto” para detectar el número de horas que pasan frente al televisor los niños, y el resultado fue de 3 a 5 horas, tiempo que mantienen su cuerpo en reposo, y en su mayoría se enajenan con programas violentos y telenovelas. Situación que ya se empezó a cuestionar al interior de los grupos haciendo análisis a la vez de proponer alternativas para ver la televisión de forma consciente y crítica.

Consumo y juguetes
Los juguetes y los juegos ocupan un lugar importante en la vida de los niños y niñas. Padres, madres y educadores sabemos que la capacidad de jugar reside, más que en los materiales de juego, en los propios niños, pero también debemos aprovechar y potenciar el carácter educativo y lúdico de los juguetes.

La mayoría de los juguetes de pilas sólo permiten la contemplación y admiración o la destrucción. Fomentan la pasividad y los niños se cansan pronto. Los juguetes sencillos desarrollan la imaginación (muñecas, coches, trenes, cocinas, etc.), permiten expresar a los niños sentimientos, valores, y aspiraciones. Si son muy sofisticados no dejan lugar a la creatividad. Los juguetes didácticos tienen una finalidad pedagógica importante de aprendizaje, esta puede ser una buena alternativa sin someter al niño a presiones, es decir dejarlo jugar libremente. Los juegos de mesa cooperativos son buenos para que los niños aprendan que la solidaridad es un valor positivo frente al individualismo y la competencia.

También es importante ayudar a los niños a reconocer los juguetes tradicionales: canicas, balero, trompo, matatena, etc., así como los juegos; amo ato, la gallina ciega, resorte, juegos de manos, reata, etc. Como docentes, no debemos olvidar que en cada juego y juguete, siempre deberá existir un fin, un aprendizaje y la recreación.

Algunos grupos ya han implementado estrategias como:
    Concursos de trompo y de canicas.
    Juguetes con material reciclable.
    Que los abuelitos o papás compartan y les enseñen a los niños a jugar juegos de antaño.

Se propone realizar una visita a Xochimilco, caminaremos y observaremos en el tianguis de Nativitas los productos y juguetes que ahí venden, a la vez de hacer reflexión del uso de los mismos. Después asistiremos a la fábrica de amaranto, por considerarlo un alimento sano y nutritivo, como las verduras que observaremos en las chinampas, a la vez de reconocer su origen, producción y consumo.

Como evidencias generales, pretendemos llevar a cabo “Una feria de consumo responsable” que de muestra de algunas actividades realizadas durante el ciclo escolar, pero más que eso, la idea principal es dar a conocer a la comunidad escolar, alternativas de consumo y continuar poniendo en práctica en la vida diaria algunas acciones que fueron trabajadas e implementar otras que beneficien el cambio de actitudes, hacia un consumo responsable de forma permanente.

La evaluación será continua y cualitativa, sé que, difícilmente se pueden evaluar los valores y actitudes, ya que reflejan sentimientos, emociones y valores internos personales, determinan su forma de pensar, opinar y actuar, sin embargo, sí podemos observar cambios de conducta que den muestra de reflexión y crítica a nuestro actuar, acerca de nuestros modos de consumo al ir adquiriendo responsabilidad con el entorno, en un compromiso conjunto.

Es empezar a ver con otra mirada nuestras realidades para poder ser analíticos no sólo en relación al tema del consumo que ahora nos ocupa, sino ante las adversidades que se nos presenten ya sea de forma individual o colectiva.

Bibliografía
Arias, Miguel Àngel (2009) "Educación Ambiental e Interculturalidad: Una vinculación necesaria" en Educación Ambiental en la formación docente en México UPN, México
Benítez, Nancy (2006) “Educación Ambiental: Una aproximación desde las propiedades de los campos según Pierre Bordieu” en Caminos Abiertos, No. 167, Enero-Marzo, 2006.
Bauer, Arnold (2002) Somos lo que compramos. Historia de cultura en América Latina. Taurus- España.
Colom Cañellas J. Antonio.”Educación y consumo” en Teoría de la Educación de las Islas Baleares España. Taurus.
Cortina, Adela (2009) Por una ética del consumo. Taurus. Madrid España.
Lipovetsky, Gilles (1998) El imperio de lo efímero. Anagrama.
Morín, Edgar (1993) “La agonía planetaria” en Tierra Patria. Barcelona Cairos.
Planes y Programas de la SEP (1993)- (2009).
Ramírez, Beltrán R. Tonatiuh (2000) Educación ambiental: aproximaciones y reintegros. UPN. Ediciones Taller Abierto. Sociedad Cooperativa de Producciones. 1ª edición septiembre.
Sauvé, Lucie (1999) “La educación ambiental entre la modernidad y la posmodernidad: en busca de un marco de referencia educativo integrador” en Tópicos en Educación Ambiental. No.2

* Alumna de la Maestría en Educación Ambiental, Unidad 095 Azcapotzalco de la Universidad Pedagógica Nacional.

10 de abril de 2010

La gestión ambiental en el discurso político

Sonia Rosales Romero*


Los nuevos estilos de vida y modelos de producción traen consecuencias imprevistas y daños al medio ambiente que requieren decisiones emergentes y una profunda transformación de las instituciones. El Estado debe asumir los problemas con políticas ambientales que involucren a todos los sectores de la sociedad, con un discurso sostenido en una estructura informativa sólida, que de un significado real a los acontecimientos globales y locales. El derecho a la información es un signo de la democracia de un país o, de forma más específica, es el hilo conductor hacia lo que Víctor M. Toledo (2003) describe como democracia participativa, que garantiza que las decisiones sean tomadas de manera directa y colectiva. El reconocimiento de la problemática del medio ambiente no es sólo una cuestión de percepción, intervienen procesos comunicativos y ciertas condiciones contextuales que pueden ser producidas por los discursos de los funcionarios y partidos políticos.

Referentes contextuales de la gestión ambiental en México
Los asuntos ambientales requieren de una acción conjunta entre la sociedad, el sector público y el sector privado. La gestión sectorial del ambiente con frecuencia tiene un carácter secundario y carece del enfoque holístico que se requiere para un mejor funcionamiento. Por ese motivo, el gobierno se ha planteado como objetivo la consolidación de la coordinación interinstitucional para el desarrollo de políticas públicas integradas, enfocadas a la sustentabilidad y al desarrollo de México, además de asegurar la incorporación de criterios ambientales en la Administración Pública Federal. La gestión ambiental[1] otorga competencias a todas las dependencias gubernamentales y no sólo a la encargada del medio ambiente; sin embargo, en la práctica las acciones de gestión ambiental del sector público se han encontrado desvinculadas, a pesar de las intenciones de algunas administraciones por sumar esfuerzos. Sobre este asunto, Raúl Brañes (2000) apunta la necesidad de una gestión transectorial, es decir, una gestión integral del ambiente, ya que algunos sectores por tradición han ejercido funciones relacionadas con algunos aspectos ambientales que no deberían concebirse por separado, sino en conjunto con sus procesos de interacción.

La falta de disposición de los diferentes sectores para una instrumentación efectiva de la gestión ambiental representa un obstáculo que marca “un contexto sumamente adverso para integrar y coordinar políticas, en particular si se considera la fragmentación de la acción gubernamental y el hecho de que la gran mayoría de los problemas ambientales ocurren en los sectores ‘no-ambientales’ de la administración pública: agricultura, industria, hacienda y desarrollo urbano, entre otros” (Provencio, 1997: 16). La sectorización de las acciones gubernamentales también se refleja en el discurso político, los asuntos ambientales son difundidos en los medios de comunicación como atribuciones exclusivas de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales y las instituciones dependientes de la misma.

Los principales signos de ineficiencia de los esquemas de la gestión ambiental que han prevalecido en los recientes gobiernos se resumen en los siguientes aspectos (Semarnat, 2001):

Dispersión y sectorialidad de la gestión ambiental; Rezago normativo; Marginación presupuestal; Coordinación insuficiente con estados y municipios; Ausencia de integración de políticas; Información ambiental insuficiente; Investigación ambiental limitada.

A los anteriores problemas estructurales de la gestión ambiental, agregaríamos uno muy importante: la necesidad de promover en forma activa la participación social no sólo mediante cambios jurídicos que la consideren, sino también con una reconceptualización de lo que significa la ciudadanía. Es necesario cambiar la idea de los ciudadanos conformistas que tienen la convicción que nada se solucionará con su participación, por la concepción que refiere a personas capaces de participar en la generación y aplicación de las decisiones que afectan su vida cotidiana (Brañes, 2000).

Por otro lado, ha faltado correspondencia en algunos diagnósticos elaborados y las propuestas de acción o programas vigentes. La política ambiental mexicana ha registrado avances en cuestiones de claridad y suficiencia, pero su mayor problema no sólo se circunscribe a su formulación, sino también a su aplicación y a su escasa presencia en las acciones gubernamentales generales. La ejecución de los programas y la regulación de los asuntos ambientales no cumplen con los objetivos planteados en su diseño y no muestra acciones coordinadas con la sociedad en general (Brañes, 2000).

El discurso político
De acuerdo con Francisco Garrido (1997: 313-315), las políticas ambientales[2], que presentan marcadas diferencias entre el discurso y la práctica, siguen diversidad de líneas de acción para responder a la problemática ambiental:
   a) Tecnocráticas-productivistas: Se basa más en la gestión privada que en la pública y por eso da mayor relevancia a la investigación, la innovación tecnológica o a los mecanismos económicos, que a la legislación, a las acciones políticas o a las instituciones públicas.
   b) Administrativistas: Fortalecen la intervención del poder político por vía legislativa o administrativa para la resolución de los problemas ambientales. Desconfía de las acciones del mercado y de la sociedad civil y se enfoca en las prohibiciones y en el aumento de competencias del sector público. Funcionan como políticas de corrección (por medio de sanciones) y de planificación.
   c) Alternativas: Pretende la ambientalización del sistema (democracia y desarrollo sostenible) y la construcción de estrategias alternativas en el plano cultural y ético (promueve campañas de desarrollo de la conciencia social).

Estas tres líneas de acción orientan los discursos de los funcionarios sobre las estrategias de solución para los problemas ambientales[3]; sin embargo, este sector insiste, de forma prioritaria, en la necesidad de fortalecer el marco jurídico en este rubro. Si las apuestas se dirigen a las soluciones regulatorias, es necesario enfocar las políticas ambientales al establecimiento de eficaces mecanismos de vigilancia y cumplimiento de las leyes.

La legislación ambiental constituye una de las herramientas de la gestión ambiental. Al respecto, Gabriel Quadri (1997) sostiene que una de las dificultades centrales es su asociación con los procesos que causan los problemas ambientales y el decidir los niveles de restricción de algunas actividades para obtener resultados satisfactorios. En esto, sin duda, influye la forma de percibir la realidad ambiental tanto de la sociedad como de los responsables de legislar y de diseñar los programas de medio ambiente. Brañes (2000: 32) asegura que la eficiencia de la norma jurídico-ambiental depende de su vinculación con una correcta evaluación de los factores sociales que intervienen en la relación sociedad-naturaleza y por eso cuando no se consideran estos efectos “el derecho ambiental, en muchos casos, termina siendo poblado por normas que son socialmente ineficientes y que por lo mismo, tienen una existencia sólo formal”. Aunado a esto, podemos mencionar la falta de reglamentos que regulen de forma específica algunos asuntos ambientales y la controversia que han causado ciertas legislaciones como la Ley de Bioseguridad de Organismos Genéticamente Modificados, publicada el 18 de marzo de 2005, debido al desconocimiento en torno a esta temática.

Carlos F. Lascurain (2006) señala algunas características generales que influyen en los discursos del sector gubernamental encargado del medio ambiente:
    La gestión ambiental se ha transformado en una función que compete de manera principal al Estado, que, por su magnitud, es el principal agente encargado de resguardar, preservar e incluso restaurar y rehabilitar nuestro entorno natural. La falta de dinamismo y poca influencia de la sociedad civil en el modelo administrativo ha propiciado que las instituciones gubernamentales no satisfagan las necesidades reales de la problemática ambiental.
    El Estado es el principal promotor de la investigación científica, de la tecnología, de la productividad agrícola, de la industrialización y de la expansión económica, a través de su acción legislativa, fiscal y de gasto público.
    Para evitar la degradación ambiental es indispensable que en la administración y gestión de los asuntos ambientales se asegure la participación de la comunidad científica, académica y de la sociedad civil.
    Para lograr que la administración pública del medio ambiente atienda las necesidades y demandas de la sociedad que conforma al Estado democrático, es indispensable que se muestre abierta, receptiva y dispuesta a captar las inquietudes de la sociedad, conforme con las normas, reglamentos y leyes que impidan el deterioro del medio ambiente.
    Uno de los problemas de la administración del medio ambiente es la omisión de lineamientos de seguimiento de programas, políticas o proyectos ambientales en los niveles estatal y municipal.
    El deterioro ambiental hace imprescindible una gestión ambiental adecuada y basada en criterios de efectividad, eficiencia y equidad, que esté ajena a falsas propuestas políticas.

Los discursos de los funcionarios revelan con frecuencia escasos datos sobre la situación actual del medio ambiente y sobre los beneficios e impacto ambiental de algunos proyectos de infraestructura. Si el estado pretende la resolución compartida de los problemas ambientales en espacios de confianza y colaboración entre sociedad y gobierno, es indispensable el fortalecimiento de los instrumentos de acceso a la información. La creación de sistemas de información ambiental seguirá resultando insuficiente para ese propósito, hasta que este sistema estructure mecanismos adecuados de difusión de sus productos de análisis, entre los que se debe integrar la participación de los medios de comunicación masiva, que tienen la responsabilidad de utilizar esta fuente de información ambiental, a fin de presentar a la sociedad más elementos de comparación y análisis que les permitan una participación corresponsable en la conservación y cuidado del medio ambiente.

En cuanto a la incorporación de la dimensión ambiental en los planteamientos discursivos de los partidos políticos, Gabriel Quadri y Enrique Provencio (1995) describen algunos aspectos que nos indican la forma en que este sector significa lo ambiental:
    Ha sido insuficiente la incorporación de la cuestión ambiental en las propuestas partidistas por la falta de una visión de largo plazo en las organizaciones políticas.
    La labor partidista ha estado dominada por la denuncia y las acciones reactivas, sin la construcción de alternativas que respondan a las demandas ciudadanas.
    Aunque se ha incrementado la competitividad electoral, ha prevalecido la debilidad estructural del sistema de partidos y su baja credibilidad ante la población. Esto ha dificultado la participación ciudadana en la definición de estrategias y ha impedido el establecimiento de los canales internos que permitan captar y procesar el sentir social a través de sus programas.
    Los “partidos verdes” han dejado de ser uno de los principales protagonistas de las iniciativas ecológicas. Los demás partidos políticos se percataron de que la crisis ambiental en el mundo requería estrategias múltiples y no sólo ecológicas.
    La negociación y construcción de acuerdos colectivos en torno a la cuestión ambiental se ha visto obstaculizada por la ineficacia en la operación de los mecanismos de representación partidista y la falta de formas efectivas para la creación de estrategias.
    Se ha postergado la adopción de un planteamiento claro sobre el tema ambiental por parte de los partidos políticos, al no trascender la simple percepción negativa del problema. Ha prevalecido una visión fragmentada y parcializada de los problemas, lo que ha impedido formular alternativas consistentes.
    Se ha observado un creciente desarrollo en las investigación nacional sobre la crisis ambiental y un mayor conocimiento sobre los alcances mundiales del deterioro; sin embargo, la falta de conexión entre los partidos y los resultados de las nuevas investigaciones, dificultan a los dirigentes de los partidos el conocimiento sobre la realidad ambiental, lo que retrasa la percepción amplia de los problemas.
    La falta de capacidad propositiva de los partidos políticos en el diseño de instituciones, leyes, normas, políticas y programas, ha originado que el Poder Ejecutivo Federal asuma todas las iniciativas en ese sentido.

En el discurso de los políticos y funcionarios están casi ausentes indicadores en los que se visualice a la educación ambiental como un proceso a través del cual se forme una ciudadanía crítica, propositiva y participativa; a pesar de que en el Programa Sectorial de Medio Ambiente y Recursos Naturales 2007-2012 se precisa que “la educación ambiental es fundamental para el proceso de desarrollo humano sustentable, al contribuir a la formación de ciudadanos conscientes de su contribución a los procesos de degradación del medio ambiente y comprometidos con la protección, la conservación y el aprovechamiento sustentable de los recursos naturales”. En su discurso, el sector político ha otorgado a la legislación y a la gestión ambiental la responsabilidad de la transformación de la sociedad en su relación con el medio ambiente. La comunicación y educación ambiental han sido incorporadas a los programas sin proyectarse como estrategias prioritarias y sin plantear acciones concretas que garanticen la intervención de todos los sectores de la sociedad.

A manera de conclusión
La pluralidad de discursos de los funcionarios y partidos políticos debería marcar el camino hacia una visión crítica de lo ambiental, en lugar de ser origen de imprecisiones. La difusión parcial de información resta transparencia a las acciones gubernamentales. La información es un valioso instrumento para formar sociedades críticas; siempre y cuando, aprendamos a utilizar lo teórico como aparato analítico que nos permita hacer nuevas lecturas de la realidad (González, 2007).

La idea de competencia ha sido respaldada a cualquier costo, incluso de injusticias sociales y de la explotación irracional de recursos. El panorama ambiental global y local es reflejo de las nuevas actividades productivas y de desarrollo, así como de los patrones de consumo desmedido regidos por los actuales estilos de vida. La significación social de la realidad ambiental está influenciada en gran medida por los discursos, por eso es indispensable promover la participación social en la toma de decisiones, a través de eficaces estrategias de comunicación y educación ambiental; además de fortalecer el compromiso del sector político de dirigir nuestro rumbo hacia una mayor justicia social y no hacia la incertidumbre.

Bibliografía
Brañes, Raúl (2000) Manual de derecho ambiental mexicano. México: Fondo de Cultura Económica.
Garrido Peña, Francisco (1997) “Las ecopolíticas”. En Ballesteros, Jesús y Pérez Adán, José (editores) Sociedad y medio ambiente. España: Trotta.
González Gaudiano, Edgar (2007) Educación ambiental: trayectorias, rasgos y escenarios. México: Plaza y Valdés.
Lascurain Fernández, Carlos F. (2006) Análisis de la política ambiental. Desafíos institucionales. México: Plaza y Valdés.
Provencio, Enrique (1997) “Oportunidades de integración de instrumentos y políticas en la planeación ambiental”, en Semarnap e Instituto Nacional de Ecología (1997) Economía ambiental. Lecciones de América Latina. México. Secretaría de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca.
Quadri de la Torre, Gabriel y Provencio Durazo, Enrique (1995) Partidos políticos y medio ambiente. México: El Colegio de México.
Quadri de la Torre, Gabriel (1997) “Teoría y práctica en política ambiental y uso de instrumentos económicos”, en Semarnap e Instituto Nacional de Ecología. Economía ambiental. Lecciones de América Latina. México: Secretaría de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca.
Toledo, Víctor M. (2003) Ecología, espiritualidad y conocimiento, de la sociedad del riesgo a la sociedad sustentable. México: Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y Universidad Iberoamericana, Puebla.
Programa sectorial de medio ambiente y recursos naturales 2007-2012, México: Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales.
Semarnat (2001) Programa nacional de medio ambiente y recursos naturales 2001-2006, México: Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales.

* Licenciada en Periodismo y Maestra en Educación con Campo en Educación Ambiental.
Esta investigación fue presentada en el taller Educación Ambiental en la Gestión y Políticas Públicas, del VI Congreso Iberoamericano de Educación Ambiental, como parte de la tesis de grado de la Maestría en Educación con Campo en Educación Ambiental titulada Análisis de los discursos ambientales en la prensa escrita de la Ciudad de México. Universidad Pedagógica Nacional. Unidad 095, Azcapotzalco Octubre, 2008.
1. “La gestión ambiental es el conjunto de las actividades humanas que tienen por objeto el ordenamiento del ambiente. Sus componentes principales son la política, el derecho y la administración ambientales” (Brañes, 2000: 117).
2. “La política ambiental es el conjunto de acciones que se diseñan para lograr la ordenación del ambiente” (Brañes, 2000: 176).
3. Las propuestas de solución a los problemas ambientales, derivadas del sector gubernamental, comienzan a estar orientadas no sólo a detener o aminorar el deterioro ambiental, ahora se promueven las medidas de adaptación a través de mecanismos de prevención, basados en la detección de vulnerabilidad ante las amenazas de los efectos ambientales.

Educación Ambiental y narrativa literaria infantil

Alejandra Gabriela Meza Martínez*


Presentación
La literatura infantil puede ser un apoyo para propiciar reflexiones sobre diversas cuestiones, entre ellas el ambiente y a los problemas que percibimos en éste, además de otras dificultades ambientales menos evidentes, pero que existen y nos afectan de manera universal y compleja[1]. No obstante, no es posible reconocer la riqueza de los textos únicamente con la lectura recreativa, espontánea o cuando se realiza compartida con un grupo de alumnos, si bien es verdad que las preguntas que los niños hacen al leer pueden ser una forma de abordar diferentes temas curriculares y otros derivados del contexto, es necesario que los docentes apreciemos las distintas características de un texto, y por lo tanto, podamos utilizarlos en diferentes momentos con intenciones específicas, así “los texto literarios son ricos, interesantes, sorprendentes y, por lo mismo, complejos, epilépticos y ambiguos… no pueden ser leídos sin precauciones, sin que el maestro ‘desentrañe el verdadero sentido’… con sobriedad y simpleza, lo que exige mucho talento pedagógico” (Chartier, 2004: 131-132). En otras palabras, se necesitan de la acción educativa para generar reflexiones que den oportunidad de ‘leer’ la vida misma.

También es cierto que el argumento general de un texto nos puede sugerir, en lo inmediato, algún tema, en este sentido existen libros sobre temáticas ambientales, en donde la trama hace referencia, por ejemplo, al uso adecuado de los recursos naturales, o de las consecuencias de abusar de dichos recursos, algunos otros nos ayudan a reconocer síntomas de la crisis ambiental o bien muestran que nuestra actitud y actos son promotores de cambios poco favorables para la vida del mismo ser humano y de otros seres; es más, existen acervos que de manera narrativa nos introducen al conocimiento y manejo de términos sobre ecología, medio ambiente o sustentabilidad, como un primer acercamiento a ciertas cuestiones técnicas. Sin embargo, no es necesario que de manera explícita libros refieran esos temas para reflexionar al respecto, esta afirmación parte de dos observaciones, la primera tiene que ver con la universalidad de la literatura infantil ya que en general es un reflejo de la vida misma; en segundo lugar, porque los problemas ambientales se presentan en los diferentes ámbitos de la vida cotidiana y afectan las condiciones naturales y sociales presentes en el planeta.

Medio ambiente y educación ambiental
En primer lugar debemos definir lo que es medio ambiente y el papel que juega la educación ambiental en el quehacer docente, así se podrá saber sobre el entorno, sus problemáticas y las alternativas que se desprenden del ámbito educativo para contrarrestar los problemas ambientales que se presentan en el planeta. De manera acotada, el ambiente se refiere al entorno, que es un término utilizado coloquialmente para empezar a describir el contexto y los elementos que en éste se encuentran; al ambiente se le caracterizan de acuerdo a las relaciones que en éste se desarrollan, así que se habla de ambientes urbanos, ambientes rurales, ambiente escolar, ambiente de trabajo, ambiente natural, considerándolo como el espacio vital en que se desarrolla un individuo mediante un conjunto de estímulos que recibe de éste.

En un sentido más amplio, el medio ambiente comprende el conjunto de valores naturales, sociales y culturales existentes en un lugar y un momento determinado, que influyen en la vida del ser humano; adicionalmente en la actualidad éste tiene una relación directa con la productividad, la regeneración de recursos naturales, el consumo de energías, el desgaste de sistemas, por lo que se considera también un “ambiente económico” (Leff, 2007: 247).

El medio ambiente, en términos biológicos, tiene que ver con el conjunto de circunstancias y condiciones externas que favorecen o perjudican a un ser vivo, éstas pueden ser bióticas o abióticas y se puede ver como una condición para el desarrollo y para la existencia de la vida. “El medio que circunda las especies y a las poblaciones biológicas; es una categoría sociológica… relativa a una racionalidad social, configurada por comportamientos, valores y saberes, así como por nuevos potenciales productivos (Leff, 2007: 247). Así, al ambiente se le atañe lo natural, lo social, lo cultural, lo económico, lo político, es decir, aquellas expresiones humanamente constituidas.

Estas concepciones de medio ambiente nos llevan a percibir la inclusión del ser humano como parte del medio, como un organismo que no sólo convive y sobrevive gracias a las interacciones biológicas, físicas y químicas de los componentes en el medio, sino que el ser humano le imprime al medio ambiente particularidades propias de su ser, como son las características sociales (relaciones entre individuos o entre grupo de personas), la cultura (modos de vivir y actuar determinados por ciertos valores) y, el tiempo y contexto histórico (circunstancias específicas que se suscitan en un determinado momento y lugar), lo que propicia interrelaciones específicas entre naturaleza y sociedad.

Con base en las reflexiones anteriores, el medio ambiente es el entorno que afecta y condiciona las circunstancias de vida abarcando a todos los seres vivos que interactúan con los componentes no vivos del entorno para su subsistencia, sin embargo, al medio se han integrado otros elementos de carácter social como la cultura, la política, la economía, etc., propios de las personas, lo que imprime un significado y valor al entorno que depende de contexto histórico en el que se desarrolle una determinada sociedad.

Es importante reconocer las interacciones y los cambios en el medio ambiente, los cuales no han sido del todo benéficos para el desarrollo de la vida. En este sentido la educación ambiental juega un papel importante, ya que el reconocimiento del individuo dentro de un medio donde interactúa con otros seres y con los elementos de éste, es parte de esta educación.

Así mismo, la educación ambiental procura una enseñanza donde el medio ambiente sea el vehículo para propiciar aprendizajes, ya que en éste vivimos y nos desenvolvemos, en él convivimos con otros seres humanos y con los demás seres vivos, de éste obtenemos recursos, es el espacio donde construimos nuestro hogar, es el lugar donde nos adaptamos a diferentes condiciones, etcétera.

La educación ambiental permite realizar un “proceso de análisis crítico de realidades ambientales, sociales y educativas interrelacionadas” (Sauvé, 1999: 5), es un proceso que pone en relieve una pedagogía del medio de vida, propicia el diálogo entre diferentes tipos de saberes para generar un desarrollo óptimo de las personas para la construcción de una mejor sociedad en armonía con los demás elementos del entorno, la educación ambiental reintegra al ser humano como otro componente más del ecosistema y fomenta la relación armónica naturaleza/sociedad (Otero, 1998: 68), para generar un mejor conocimiento del medio y de sus componentes, optimizando la convivencia y supervivencia con el entorno de manera racional y equilibrada.

La educación ambiental propicia la sensibilidad y el conocimiento de las relaciones complejas entre naturaleza y sociedad para la construcción paulatina de una mejor sociedad (Ramírez, 2000: 23), una relación de la humanidad más complementada con la vida misma y con una visión ajustada al futuro de un planeta que permita el desarrollo de condiciones favorables en beneficio de todos los que lo habitamos.

La educación ambiental puede utilizar diversos recursos que propicien aprendizajes con base en el medio ambiente, además de implementar estrategias que propicien la reflexión de situaciones reales del entorno próximo para dar paso a contextos más lejanos y complejos. En dichas estrategias se inserta la lectura de los libros de literatura infantil, ya que los textos pueden contribuir (de una manera más sutil y entretenida) a realidades creadas desde diferentes perspectivas, la cuales pueden ser manejadas como explicaciones sobre nuestra forma de vivir, pueden sensibilizar nuestra percepción sobre lo que ocurre conmigo y con otros, o pueden ser inspiraciones que conlleven a la acción, desde el espacio personal y social, que den solución a diferentes problemas sentidos.

Los libros literarios en el ámbito escolar
La escuela es uno de los lugares en donde los libros tienen muy buena acogida, son reconocidos como una herramienta útil y necesaria para las prácticas educativas, la lectura es considerada como uno de los medios que favorecen el aprendizaje. El leer es una práctica fundamental en la escuela, en educación básica no se concibe la enseñanza sin apoyo de los libros, es en la escuela donde se formalizan los procesos de lectura y escritura, debido a que es “la forma privilegiada en que nos aproximamos al conocimiento” (Ramírez, 2000: 27-28).

El texto es un recurso de gran valor apreciado por los docentes, no es posible concebir un espacio educativo formal sin el uso de diversos libros, sin embargo, éstos por sí mismos pierden cierto valor educativo (sobre todo en los niveles básicos de enseñanza), cuando no se cuenta con la retroalimentación de un tercero, es decir, con la intervención docente, de ahí que sea necesario analizar los textos existentes y reconocer en ellos diversas posibilidades educativas, por ejemplo, reflexionar en torno a cuestiones ambientales.

Roger Chartier explica, en su libro Cultura escrita, literatura e historia, que dentro de los planteles educativos los textos se reparten en textos para aprender[2] y textos para comprender (2004: 140), indistintamente si se consideran como informativos o literarios, sin embargo, muchos acervos informativos son los que contienen conceptos, definiciones, hechos, ejemplificaciones de ciertos fenómenos o circunstancias pueden ubicarse dentro del primer tipo de texto; en cambio, los textos literarios, con la condición de que deben ser leídos en su totalidad, en particular aquellos los de narrativa, son textos que desarrollan la comprensión y, por lo tanto son, hoy en día, el recurso por excelencia para la prácticas de lectura de comprensión.

Además, los libros cumplen con una función social importante, son promotores de la cultura escrita[3], de ellos provienen muchas raíces y herencias culturales, gracias a ellos contamos con bibliotecas, pues son los recintos donde se conservan las voces, las ideas, los pensamientos y los sentimientos que se compartieron alguna vez y que pueden seguir conservándose.

“La escuela tiene, al parecer, todos los medios para ser “naturalmente” un lugar privilegiado para acoger la literatura infantil. Todos podemos encontrar en nuestra memoria escolar imágenes de libros ilustrados o recuerdos de novelas” (Chartier, 2004: 123). La escuela, por lo menos la establecida en la segunda mitad del siglo XX[4] , siempre ha considerado la literatura infantil como un repertorio natural de textos para aprender a leer y para disfrutar la lectura.

Pese al embate de otros medios de comunicación, el libro infantil literario, en este caso el de nivel de primaria, posee un encanto especial, si de éste se tiene en cuenta el nivel lector del destinatario, los intereses de los niños, una historia que sea cercana al contexto del usuario y si se le aproxima al alumno de manera agradable (divertida o novedosa) será acogido con buena voluntad por el estudiante, aún cuando el docente tenga una intención pedagógica explícita o no, pues el momento de la lectura es considerado como algo recreativo, lúdico y placentero, hasta podría decirse, que proporciona un escape a la aburrida, insulsa y rutinaria realidad escolar, que muchas veces se presenta.

Por otra parte, se reconoce que existe mucha literatura infantil, es mucho lo que en nuestros tiempos se encuentra al respecto, sobre todo porque como recurso es bien valorado en la escuela y eso ha representado una oportunidad para que se incremente el número de escritores de este tipo de textos “es un hecho categórico el acercamiento de cada vez más niños y adolescentes al mundo literario en toda su amplitud. Las aportaciones y apuestas, en este sentido, de la labor efectuada por las bibliotecas públicas y escolares, por educadores cuyo fin último está en relación con despertar el placer por la lectura” (Bermúdez, 2006: 1).

Sin embargo, no es suficiente visualizar como el fin último de la literatura: el goce —no se trata de descalificar ese sentir, pues es la condición que me permite el acercamiento y la empatía hacia los textos como punto de partida—, pero se tendría que trascender al paso siguiente, pensar que el alumno al leer, intercambia su experiencia con el texto, analiza ideas, realiza inferencias, recupera saberes, expone sus sentimientos, es reconocido como sujeto y a la vez reconoce su entorno a través del diálogo con otro, alguien presente y también ausente pero que mueve sus pensamientos, ¿no es importante un mediador en ese intercambio?

La literatura infantil tiene la virtud del diálogo, al momento en que el lector se pone en contacto con el texto va formando un camino, un nexo que lo conecta con lo literario, que no necesariamente es el acercamiento a la cultura o el cumplimiento de los fines escolares, “la fuerza de la literatura infantil no reside únicamente en alimentar la imaginación por medio de relatos…, sino en representar y cuestionar el mundo por medio de la lengua”, porque si bien, existen otras formas de comunicar como las imágenes y éstas pueden cautivar mucho más que un escrito, esas representaciones “no hablan, y es necesario hablar con los niños” (Chartier, 2004: 167-168).

Si se reconoce que en los libros literarios podemos rescatar elementos de la vida que se interrelacionan con las experiencias de los alumnos y si éstos están dentro de las escuelas con la finalidad de facilitar el aprendizaje de los niños, hay que utilizarlos como un recursos que permitan “la comprensión de la comunidad humana y del devenir del mundo …un pensar que trascienda el orden de los saberes constituidos y la trivialidad del discurso académico” y que se utilicen para rebasar una enseñanza que “encasille en los estereotipos de los discursos y géneros literarios heredados” (Morin et al, 2003: 24).

En la escuela los libros de literatura, en específico los de narrativa, deben tener la función de mostrar la experiencia humana, permitir la reflexión de dichos actos como un reflejo de la conducta propia, de tal manera que su lectura propicie el reconocimiento del mundo con sus circunstancias de vida y que motive acciones para resolver las problemáticas que presenta nuestro mundo.

Como se ha resaltado, la literatura es un diálogo, incorpora voces diversas, no sólo por lo que dice el narrador y los personajes, sino porque el lector conversa con el libro, discute o concuerda, se identifica con una figura, crea e intercambia referentes culturales y sociales, “la literatura y el cine deben ser considerados como escuelas de vida. Es decir, escuelas de expresión; escuelas de desarrollo emocional y estético; escuelas de descubrimiento de uno mismo, del otro y de la vida; escuelas de la complejidad humana; escuelas de “experiencias de verdad” (Alzola, 2007: 155).

Ann-Marie Chartier refiere que una forma para realizar ese intercambio, ese diálogo entre los libros infantiles de literatura con los niños, en la cual se requiere de la intervención del docente es “que las lecturas sean compartidas y se vuelvan memorables”, por ejemplo las prácticas de “la lectura en voz alta para permitir los intercambios y la discusión común sobre un tema” (2004: 168) donde no importa la capacidad de lector porque la historia se recrea en esa puesta en común. En el pasado se consideraba que el goce al leer debía ser una “experiencia solitaria –la experiencia del lector separado del mundo y hundido en el texto–” sin embargo, se ha reconocido que “…esta experiencia singular sólo adquiere sentido a partir de los intercambios que permite” (2004: 169).

La importancia de los libros de literatura infantil en la escuela se la dará el maestro al realizar un análisis de estos materiales, de una manera seria “los maestros, son … quienes a través de sus experiencias con sus alumnos, seleccionarán … un lote de libros que convertirán en los “nuevos clásicos” (Chartier, 2004: 169). Como educadores ambientales, será una tarea saber utilizar los libros de literatura infantil como elementos educativos para crear lazos con el medio, para propiciar una actitud diferente y un actuar consciente de la vida en el planeta.

El reconocimiento de materiales, herramientas y recursos que los docentes tienen a su alcance puede ser un paso entre los muchos que pueden mejorar las acciones en torno a la crisis ambiental y pueda facilitar la tarea del docente al conocer que un texto narrativo puede ofrecernos más que un rato de goce, considerando, además, rebasar la lectura evidente en los diferentes materiales y poder vislumbrar que algunas intenciones en los libros rebasan el ámbito escolar.

Además, debemos estar consientes del mundo en el que vivimos, de su contexto, de sus problemáticas y de sus interacciones, pues de ese modo podremos aprovechar la escuela y sus recursos para vincular la realidad con las experiencias escolares. En nuestros días es imperante que la educación permita ese puente entre la escuela y la vida que Ezequiel Ander-Egg nos hace notar tan necesario, pues éste permitirá contextualizarnos en nuestro momento, conocer y reconocer nuestro entorno, de tal manera que al construir esa vía, los libros infantiles de literatura representen uno de los vehículos que circulará a través de ese puente.

Bibliografía
Alzola, Norea (2007) "Literatura infantil y educación ética", en Revista de Psicodidáctica, Volumen 12, No. 1, sin mes, pp. 153-166. Universidad del País Vasco, España.
Ander-Egg, Ezequiel (1995) Un puente entre la escuela y la Vida, en la Colección Magisterio 1. Buenos Aires, Magisterio Río de la Plata.
Bermudez, Concepción (2006) Análisis sociolingüístico de textos de literatura infantil y juvenil contemporáneos. Descripción y proyección didáctica, en Revista electrónica de estudios filológicos No. 11, Julio; en la web: www.um.es/tonosdigital
Chartier, Anne-Marie (2004) Enseñar a leer y escribir, Una aproximación histórica, de la colección Espacios para Leer. México, Fondo de Cultura Económica.
Chartier, Roger (2000) “Cultura escrita, literatura e historia”, de la colección Espacios para Leer. México, Fondo de Cultura Económica.
Leff, Enrique (2007) Saber ambiental. Sustentabilidad, racionalidad, complejidad, poder. México, Siglo XXI.
Morin, Edgar et al. (2003) Educar en la era planetaria. Barcelona, Gedisa.
Otero, Alberto (1998). Educación Ambiental, en Medio ambiente y educación, pp. 61-83. Buenos Aires, Novedades Educativas.
Ramírez, Rafael (2000) Educación Ambiental. Aproximaciones y Reintegros. México, Taller Abierto.

* Alumna de la Maestría en Educación Ambiental, unidad 095 Azcapotzalco de la Universidad pedagógica Nacional.
1. En el Texto Educar en la Era Planetaria se hace una revisión sobre el origen de la palabra complejo para definir complejidad como “tejido de constituyentes heterogéneos inseparablemente asociados que presentan la paradójica relación de lo uno y de lo múltiple” (Morin et al, 2003: 54).
2. A este tipo de textos pueden incluirse los prescriptivos (llamados instructivos en el Programa de Español de Primaria), cuyo objeto “consiste en dirigir nuestras acciones, nos indican qué hacer y cómo hacer, a la vez que nos advierten de lo que sucederá si no seguimos las indicaciones dadas” (Sainz, 2006: 425).
3. La cultura escrita tiene que ver con los procesos de producción del libro impreso y con la difusión de éste y con la finalidad que, al igual que una práctica oral, con el texto se realice un encadenamiento espontáneo de las ideas, pero sin necesitar un intermediario, resaltando que este hecho provoca “la fijación de las palabras”, produciendo en el lector opiniones y pensamientos, pero sobre todo “en aras de hacer posible la comunicación” (Chartier, 2000: 10-11)
4. Ann-Marie Chartier en su libro “Enseñar a leer y escribir” en el capítulo 4: Literatura infantil en la escuela explica la introducción de libro de literatura infantil al ámbito escolar en diferentes momentos históricos, haciendo referencia que las publicaciones destinadas a la juventud experimentaron un auge en la segunda mitad del siglo XIX, sin embargo fue hasta 1945 cuando el libro infantil se convirtió en punta de lanza de los pedagogos.