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10 de abril de 2010

El juego para trabajar Educación Ambiental

Analí Sánchez Paredes*


Presentación
El trabajo transversal de la educación ambiental dentro del aula es fundamental para desarrollar en los alumnos un pensamiento crítico que dé respuesta a las problemáticas de la sociedad actual; síntomas como la contaminación, la pérdida de la biodiversidad, la deforestación, el cambio climático, los trastornos de alimentación, el stress, entre muchos otros, pueden comenzar a resolverse si modificamos algunas de nuestras acciones y compartimos con la comunidad nuestros saberes.

La implementación de diversos juegos para trabajar la educación ambiental propicia en los alumnos aprendizajes significativos al vincular la realidad con los contenidos del plan y programas de estudio; del docente se requiere disposición, creatividad y compromiso para la creación y modificación de juegos, tanto para espacios abiertos como para cerrados.

¿Por qué promover una educación ambiental?
El cruce de policrisis del que habla Edgar Morin en Tierra Patria, hace referencia a la diversidad de síntomas ambientales que interactúan y provocan el surgimiento de otros; pero ¿hay un síntoma ambiental que de origen a todos los demás? Muchos investigadores y personas opinan que el aumento de la población propicia la falta de empleo y por ende la delincuencia; por lo que es necesario hacer un análisis más profundo y reflexionar sobre lo siguiente ¿qué necesito para cubrir mis necesidades básicas? ¿qué me lo impide? ¿dónde vivo? ¿soy feliz? ¿cuáles son mis preocupaciones?

La actual crisis económica que vive el país ha dejado a millones de mexicanos sin empleo, entonces ¿es el aumento de la población lo que propició que aquel conocido fuera despedido?, Rodrigo Martínez, en International Business Times, informó que la OCDE dio a conocer que la tasa de desempleo en México será de 6.5% para el primer trimestre del 2010[1] , ¿quién dejó sin empleo a los mexicanos?

El número de pobres en nuestro país es de 54.8 millones, el 51% de la población; más de la mitad del total. La pobreza provoca la migración hacia las ciudades, en éstas, el incremento de la población genera la falta de vivienda y servicios públicos, la falta de empleo, el hambre y las enfermedades; que también producen otros síntomas ambientales como la delincuencia y el narcotráfico.

Edgar Morin (1999) afirma que el desarrollo mismo ha creado más problemas de los que ha resuelto y ha conducido a la crisis profunda de civilización que afecta las sociedades prósperas de occidente; y E. F. Schumacher (2001) sostiene que los grandes problemas actuales son el resultado de lo que se suponía eran nuestros éxitos. El modelo de desarrollo requiere de la explotación de los recursos naturales para elaborar todos los productos que consumimos; el deseo de consumir estimulado por la publicidad, hace que el ser humano busque el status por el tener sin que le preocupen las incidencias que esto pueda llevar en la naturaleza, en la sociedad y en la personalidad misma de cada uno de los individuos, estamos definidos por el “tener” o por el “ser”, la deshumanización es una realidad histórica (Ander-Egg, 1995: 59).

La herramienta que necesitamos los docentes para vincular la realidad con los contenidos escolares la encontramos en la educación ambiental, ya que ésta tiene una visión pedagógica interdisciplinaria que requiere de la contribución de diversas disciplinas en el tratamiento de un tema o a la resolución de un problema aportando cada una sus propios esquemas conceptuales y metodológicos; además exige el entendimiento de las relaciones del ser humano con el entorno (político, social, cultural, económico, ecológico, etc.) para tratar los asuntos concernientes a la crisis planetaria; para ello, es necesario que la educación formal, no formal e informal promuevan experiencias reales derivadas de la vida cotidiana y lleguen al conocimiento y comprensión de la misma; así como, desarrollen habilidades que permitan a los individuos describir, identificar, discriminar, buscar información, comparar, indagar, inducir, deducir, crear, analizar en la búsqueda de soluciones; además de fortalecer los valores como la solidaridad, la tolerancia y el respeto que garanticen una sana convivencia con uno mismo, con los demás seres humanos y con la naturaleza.

La educación ambiental en el nivel básico
La crisis ambiental que vive el país no es ajena a nuestra realidad y tampoco no lo es, el que la educación no está dando a los niños y jóvenes los conocimientos que requieren para comprender y enfrentarse a las problemáticas ambientales como la contaminación, el calentamiento global, la escasez de agua, la pérdida de los valores, la desintegración familiar, la delincuencia, la pobreza, el desempleo, el crecimiento de la población, la violencia y la deforestación, entre muchos otros; por ello, como M. A. Santos Guerra (2006) sostiene, la escuela tiene como misión fundamental contribuir a la mejora de la sociedad a través de la formación de ciudadanos críticos, responsables y honrados; por lo que es necesario que los docentes respondan a las siguientes preguntas: ¿qué tienen que saber los escolares?, ¿cómo se les puede enseñar?, ¿cómo saber si lo han aprendido?, ¿cómo adaptarse a cada uno?; ya que el saber no se adquiere de forma espontánea, automática y fortuita; sino que se requiere de que el docente emplee estrategias que le permitan al alumno comprender los contenidos temáticos y vincularlos con la realidad; no sólo es el alumno el que aprende, lo hace también los docentes y directivos.

El Plan 2009 de Educación Primaria menciona que la educación ambiental debe promover la formación de una cultura de respeto a la naturaleza y sus recursos, así como el reconocimiento de que formamos parte de ella. Propicia el desarrollo de individuos informados, críticos y participativos que asuman su responsabilidad con el ambiente y desarrollen relaciones armónicas con la naturaleza; basados en la comprensión de las relaciones de interdependencia de los procesos ecológicos, sociales, económicos, políticos y culturales que intervienen en el deterioro ambiental; en la búsqueda del respeto y la equidad entre los seres humanos y entre éstos y los sistemas vitales; y en el planteamiento de alternativas individuales y colectivas a problemas ambientales actuales y futuros (SEP, 2008: 236).

El juego como recurso de enseñanza
Moacir Gadotti dice: “pensamos en un nuevo profesor: medidor del conocimiento, sensible y crítico, aprendiz permanente y organizador del trabajo en la escuela, un orientador, un cooperador; un curioso y, sobre todo, un constructor de sentido. Enseñar no es transferir conocimiento, sino crear las posibilidades de su producción o de su construcción” (2002: 43). La tarea de un profesor es diseñar e implementar estrategias que faciliten la producción de aprendizajes significativos en el alumno.

El aprendizaje es un proceso mediante el cual los seres humanos se apropian de la realidad, la integran al acervo personal y desarrollan la capacidad de elaborar una explicación del mundo en torno de ellos (Negrete, 2008: 3), cuando una persona puede entender lo que sucede en la realidad es capaz de integrarse a ella y transformarla.

Los niños de preescolar y primaria requieren del uso de material manipulable para comprender el objeto de estudio, por lo que los sentidos son el medio por el cual entran en contacto con la realidad. Para adquirir aprendizajes los alumnos deben encontrar sentido a sus tareas, reconocer la situación, establecer relaciones significativas con sus saberes y tener claro cuál es la finalidad de la misma, las acciones humanas son compartidas y aprehendidas gracias a los marcos de significación que construimos junto con los otros, por ejemplo ¿por qué los niños se saludan? ¿por qué lo pide la maestra o por el gusto de ver a alguien? (Ullúa, 2008: 32). La finalidad de la escuela, dice este autor, es el desarrollo armónico del niño en su dimensión personal y social, por ello, este autor menciona que el juego y la enseñanza no deben estar divorciados, sino que se ayudan y complementan, ya que el juego permite al alumno realizar ensayos sobre la realidad, sin que las consecuencias lo perjudiquen. Cuando un niño entra a jugar lo hace con aquello que conoce, que sabe o puede hacer; inicia el juego con sus saberes previos y esto es más que suficiente, pero a medida que avanza el juego se empieza a tejer una nueva estructura de conocimientos: todo niño que juega, aprende.

Durante el juego los alumnos se socializan e intercambian ideas, Bruner define, a partir del concepto de zona de desarrollo próximo de Vigotsky, como andamiaje a la estructuración que el adulto proporciona al niño, y que le permite actuar en el límite superior de sus capacidades e ir asumiendo el dominio de la situación, a medida que logra competencia en la acción. El niño avanza bajo la tutela del adulto o de un compañero más competente. Estos otros actúan como conciencia vicaria de la situación, hasta el momento en que el niño es capaz de asumir conciencia y control de su propia acción (Ullúa, 2008: 67).

Al jugar los niños se conocen entre sí y fortalecen lazos de amistad; aprenden a ser solidarios; se educan para aceptar el triunfo y la derrota; a dirimir conflictos y diferencias de criterio; a ceder cuando surge una disputa; a sacrificar el gusto para no menoscabar la alegría general. En fin, a relacionarse adecuada y armónicamente en sociedad (Rincón, 2006: 15).

Los juegos han formado parte de la vida de la humanidad y de todas las sociedades, en el caso de los mexicanos los juegos tradicionales se han transmitido de generación en generación a pesar de la invasión de los juguetes comerciales y modernos; ¿qué niño no ha jugado con un trompo o un yo-yo?, claro, como menciona Valentín Rincón y Cuca Serratos que los juegos de antes implicaban mayor actividad física que los de ahora, hoy los niños prefieren jugar videojuegos o ver la televisión, pero esto también se debe a la falta de espacios que tenemos en la ciudad (2006: 12). Estos autores afirman que la violencia que se presenta en los programas televisivos induce a los niños a juegos y juguetes violentos, por lo que es necesario equilibrar la balanza y fomentar los juegos tradicionales.

Para el niño el juego forma parte de sus actividades cotidianas; utiliza objetos-juguetes; mientras que dentro del aula, los maestros llaman material didáctico a los objetos que utilizamos para el proceso de enseñanza-aprendizajes; por lo que llamo juego didáctico a la acción de jugar, utilizando o no algún objeto, que le permita al alumno entrar en contacto con sus compañeros y exista un intercambio de opiniones y experiencias que fortalezcan su proceso de aprendizaje; nosotros, los maestros, podemos inventar y re-inventar nuestros propios juegos.

Jugando con la educación ambiental
Los cambios que se dan en nuestro contexto económico, social y ecológico exigen que también haya cambios en las prácticas docentes, que evolucionen y se transformen, por lo que se requiere dejar a un lado la enseñanza tradicional para lograr que se cumplan las metas de la educación básica. Susana Calvo (2007: 111), afirma que “la responsabilidad fundamental de la aplicación de programas de ambientalización recaerá de forma directa en el profesorado, quien independientemente del modelo por el que opte, se verá obligado a ingeniársela para que sea viable su desarrollo”. Las estrategias han de impregnar los distintos momentos e instrumentos de la práctica educativa.

No se trata de espantar a los profesores con los nuevos retos de la educación del futuro, sino de hacerla más agradable y significativa, para introducir a nuestros alumnos en la educación ambiental podemos comenzar con la implementación en el aula de diversas estrategias que promuevan la reflexión a cada una de nuestras acciones, por ejemplo la música, el teatro, la danza, el cine, la experimentación científica, visita a museos, entre muchos otros.

La educación ambiental requiere que el docente transforme el aula en un espacio donde el alumno partícipe en su proceso de aprendizaje, con actividades prácticas que provoquen incertidumbre para que se conviertan en desafíos que hay que resolver con una actitud reflexiva, despertar el amor por el estudio y la comprensión del medio ambiente.

La utilización del juego promueve la pasión por conocer, descubrir y saber, llevando a la práctica habilidades científicas que permitan la comprensión y la sensibilización de las problemáticas ambientales; propongo la modificación de juegos de mesa tradicionales como la lotería, el memorama, el serpientes y escaleras, el turista, el juego de la oca, entre otros, para trabajar la educación ambiental desde un enfoque lúdico.

El juego permite partir de la experiencia previa del alumno y relacionar lo que sabe con una imagen, describirla, compararla, analizarla, formular preguntas, conjeturas e inferencias y, posteriormente, verificar sus conclusiones. Los niños comprenderán que las acciones del ser humano, personales y colectivas, tienen consecuencias e implicaciones en el medio ambiente; por lo que es importante tomar decisiones acertadas al contar con la mayor información posible; así como a resolver problemas, “el niño se encuentra aprendiendo mientras juega con el objeto; cierto acompañamiento verbal sostiene el movimiento interno que se produce en los esquemas de conocimiento” (Ullúa, 2008:58).

Bibliografía
Ander-Egg, Ezequiel (1995), Un puente entre la escuela y la vida, Editorial Magisterio del Río de la Plata, Argentina, 62 págs.
Calvo, Susana y José Gutiérrez (2007), “La educación ambiental dentro y fuera del sistema educativo”, en El espejismo de la educación ambiental, Editorial Morata, Madrid, pp. 109-116.
Gadotti, Moacir (2002), “Educación del futuro” y “Educación sustentable” en Pedagogía de la Tierra, Editorial Siglo XXI, México, pp. 27-50 y 66-92.
González Amador, Roberto (2009), “Existen en México 54.8 millones de pobres, 51% de la población”, en La Jornada, [En línea], 20 de agosto de 2009. Disponible en: http://www.jornada.unam.mx/2009/08/20/index.php?section=economia&article=024n1eco (Fecha de consulta: 26 de enero de 2010).
González Muñoz, María del Carmen (1996), “Principales tendencias y modelos de la Educación ambiental en el sistema escolar” en Revista Iberoamericana de Educación, No. 11, pp. 13-74.
Martínez, Rodrigo (2010), “Tasa de Desempleo en México alcanzará el 6.5% en 2010: OCDE” en International Business Times, [En línea], 20 de noviembre de 2009. Disponible en: http://www.ibtimes.com.mx/articles/20091120/ocde-desempleo-pib-economia.htm (Fecha de consulta: 13 de febrero de 2010).
Morin, Edgar (1999), Los siete saberes necesarios para la educación del futuro, UNESCO, 64 págs.
– (1993), Tierra Patria, Editorial Nueva Visión, Argentina, 222 págs.
Negrete, Jorge Alberto (2008), Estrategias para el aprendizaje, Editorial Limusa, México, 158 págs.
SEP (2008), Plan de Estudios 2009. Educación Básica Primaria. Etapa de Prueba. México.
Rincón, Valentín y Cuca Serratos (2006), Jueguero, Libros del Rincón, SEP, México.
Santos Guerra, M. A. (2006), La escuela que aprende, Ediciones Morata, Madrid, 126 págs.
Schumacher, E.F. (2001), Lo pequeño es hermoso, Editorial H. Blume, España, 310 págs.
Ullúa, Jorge (2008), Volver a jugar en el jardín, Homo Sapiens Ediciones, Argentina, 118 págs.

* Alumna de la Maestría en Educación Ambiental, Unidad 095 Azcapotzalco de la Universidad Pedagógica Nacional.
1. Cyrille Schwellnus, economista para México de la OCDE, pronosticó una caída de 8% en la economía de México en el 2009 y se espera un crecimiento de 2.7% para el 2010 y una expansión de 4% para el 2011.

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