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4 de octubre de 2010

El cine como divulgador de contenidos científicos: La historicidad y las ficciones de la ciencia

Armando Meixueiro Hernández*y
Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán*

I. De la ciencia y su adaptación en la cosmovisión del siglo XX
Hablar de ciencia significa sumergirnos en la historia del pensamiento occidental y de las ideas que se han ido constituyendo, a través del tiempo, en una interpretación racional del mundo y del hombre. Ideas que se han impuesto o que han resistido en ese camino sinuoso de reflexiones, algunas veces amables, muchas otras violentas y que se decantan ahora en un conjunto de conocimientos sistematizados que consideramos transitoriamente aceptados y válidos (Chalmers, 1982).

Hablar de ciencia significa reconocer en ese término la sobredeterminación de múltiples procesos sociales, económicos, políticos, educativos y culturales que se condensan en la institución de la ciencia y que, desde el Renacimiento y hacia finales del siglo XIX, se fue erigiendo como un modo dominante de representarnos la realidad (Bernal 1957), sin negar que prevalecieron y prevalecen otras visiones del mundo, y en muchos casos a través de sincretismos singulares.

De este modo, la adopción de un pensamiento científico en las sociedades modernas se volvió un imperativo para estimular el nacimiento, crecimiento y madurez de los Estados Nacionales. Se fue constituyendo en la forma racional que fue sustituyendo el pensamiento dogmático clerical después de la Revolución Francesa en occidente. Así es como en muchos países se atribuye y se va extendiendo esta cosmovisión, que al parecer y desde un punto de vista darwinista parecía ser la que reunía mejores condiciones adaptativas.

Las nuevas sociedades, entonces, requerían formar a sus individuos en la nueva perspectiva de pensamiento e interpretación de la realidad. De ahí que la formación de una cultura científica se volviera indispensable.

II. Formación de una cultura científica: La escuela y la divulgación de la ciencia
En estas sociedades modernas la formación de una cultura científica es un compromiso que ha recaído primordialmente en las escuelas. Los maestros tienen que asumir ese encargo a pesar de las enormes dificultades y obstáculos que significa poner en marcha los contenidos escolares que se establecen en los Programas Educativos en un contexto en el que sus opiniones y críticas son y han sido consideradas marginalmente. La mayor parte de los contenidos escolares son información extraída de los conocimientos científicos por lo que podemos afirmar que en las escuelas se enseña ciencia de un modo más o menos sistemático: En grupos restringidos se transmiten conceptos, producto de las diferentes disciplinas científicas, y se va certificando el aprendizaje formal, a través de niveles (preescolar, primaria, secundaria, etc.) y ciclos temporales (trimestres, semestres, años, etc.). Es necesario puntualizar que en el siglo XX la relación entre contenidos educativos y conceptos científicos fue cada vez más estrecha por lo que en las escuelas básicamente se enseña ciencia.

Por otro lado, la divulgación de la ciencia es el segundo medio para promover una cultura científica que se realiza de un modo informal. Si bien en las escuelas se fomenta un aprendizaje formal de la ciencia casi siempre a nivel elemental, los instrumentos de la divulgación científica promoverán un aprendizaje informal de la ciencia, que no pasa por el proceso de acreditación.

Así, la enseñanza de la ciencia en la escuela y los medios de divulgación científica constituyen los pilares fundamentales para la formación de una cultura científica y tecnológica, tanto para educandos como para la sociedad civil de manera amplia.

La divulgación de la ciencia utiliza diversos medios para impulsar el aprendizaje informal de la ciencia. Recurre a revistas (como la extraordinaria publicación ¿Cómo ves? de la UNAM), secciones periodísticas, suplementos (como Hélix en la Revista Ciencia y desarrollo), programas radiofónicos (como El explicador), documentales televisivos, museos, etc. Aquí pondremos especial atención en un medio de comunicación de masas privilegiado, ya que apareció enlazado al desarrollo tecnológico en el ocaso del siglo XIX y como una respuesta a las expresiones vanguardistas del arte en el nacimiento del siglo XX. Nos referimos al cine, que emite sus primeros balbuceos en 1895, a través de las proyecciones de los hermanos Lumière.

En esta ocasión nos interesa ahondar en algunos aspectos de la divulgación de la ciencia que pueden apoyar o complementar las reflexiones de maestros y alumnos en el aula.

III. La ciencia en el cine: Hacia la reflexión de algunos contenidos científicos
El cine es un medio de comunicación privilegiado porque le permite al receptor enriquecer los estímulos de modo audiovisual, es decir, decodificando el mensaje a través del oído y la vista, y que está estructurado generalmente en una historia (con personajes, historia, conflicto y desenlace), lo que permite recordarlo más fácilmente. También el cine es arte, creación, producción, ideología, espectáculo y como lo hemos demostrado en muchos estudios previos: educación (Meixueiro y Ramírez, 1998; 2000; 2002).

Nuestro propósito en este ensayo consiste en reflexionar acerca de la relación entre el cine y la divulgación científica, para después profundizar en algunas cintas contemporáneas que permiten analizar algunos puntos de esa posible intersección y que pudiera abrir una reflexión para la utilización del cine, en este caso, para promover aprendizaje científico en el aula.

En principio, consideramos que la relación entre el cine y la divulgación científica no es recíproca y constante. Salvo que se trate de una institución científica que intenta divulgar ciencia específicamente, casi no existen productores o directores que fijen su meta principal en tal proyecto. Los casos de las series televisivas de El mundo submarino de Jacques Cousteau (1966) y de Cosmos: Un viaje personal (1980) de Carl Sagan son excepcionales. En la actualidad tendríamos que citar que en las últimas décadas se han desarrollado canales de televisión y documentales especialmente dedicados a divulgar aspectos científicos sobre todo naturales, biológicos e históricos.

De este modo, no podemos afirmar que las producciones cinematográficas en general contengan una intención explícita de divulgar una cultura científica y tecnológica pero creemos que de forma tangencial muchas obras cinematográficas develan elementos que ayudan a la formación de dicha cultura. La importancia del contenido científico es tal, que el contenido cinematográfico tiene que hacer uso de él. Es el caso, por ejemplo, de incontables filmes policíacos, de cine negro, detectives o de suspenso en las que el misterio de devela por procedimientos científicos químicos, físicos, médicos, anatómicos, biológicos, etc. Ejemplos fílmicos serían, Una Acción Civil ( Zaillian S., EU, 1998) o El poder de la Justicia (Ford Coppola, F. EU, 1997)

También hay otras obras cinematográficas con relatos relacionados con una disciplina científica o ámbitos de la ciencia, por ejemplo, la medicina o la psiquiatría; sus posibilidades e imposibilidades como en: Un milagro para Lorenzo (Miller G, EU, 1992) Despertares (Marshall P, EU, 1990) o Mente brillante (Howard R, EU, 2001).

El espectro de la ciencia es tan amplio en el cine que podríamos incluir las muy documentadas reflexiones y procedimientos del Dr. Lecter (Demme, J. El silencio de los inocentes, EU, 2001) hasta clases del arqueólogo Indiana Jones, persiguiendo el arca perdida (Spielberg S. EU: 1981) o los experimentos conductuales y físicos que en carne propia desarrolla El profesor Chiflado (Lewis J, EU, 1963).

Precisamente en relación a las obras cinematográficas, podemos dividir, para el presente trabajo, en dos grandes grupos la divulgación científica que sería susceptible de analizar: Por un lado tendríamos cintas sobre la historicidad de la ciencia, y que se trata de obras que dan cuenta, directa o indirectamente, de hechos científicos y tecnológicos de forma histórica, es decir, cintas que contienen información más o menos realista- fundados en el alcance actual de la ciencia- sobre descubrimientos, invenciones, grandes investigadores o revolucionarios, experimentos, conflictos, etc., todos ellos del campo científico; por otro lado, tendríamos películas sobre las ficciones de la ciencia, que se refieren a filmes que plantean escenarios futuros o mundos alternativos a partir de principios, teorías o enfoques científicos.

La historicidad de la ciencia en el cine
El cinematógrafo, como lo comentamos antes, nace de la mano de grandes desarrollos científicos y tecnológicos. De hecho, la invención del cine es un hecho tecnológico relevante. Así, el cine aparece como un gran recurso para documentar la realidad, y presentarnos, proyectada en una pantalla, eventos cotidianos como la llegada de un tren a la estación, la salida de unos obreros de la fábrica o el desayuno de un bebé (Gubern, 1989).

El cinematógrafo, entonces, se prefigura como un instrumento eficaz para mostrarnos la vida cotidiana y, más adelante, como un medio eficaz para documentar aquellos hechos relevantes de la vida familiar, social, institucional y nacional.

En cuanto a la historicidad de la ciencia podemos encontrar en el cine dos tipos de obras: las que son estrictamente documentales, y por tanto, nos presentan hallazgos, investigaciones, información de avances en el ámbito de la ciencia y la tecnología, como por ejemplo las primeras filmaciones sobre la invención del avión o más recientemente Microcosmos (1996), cinta francesa de Claude Nuridsany y Marie Pérennou , o el sonadísimo caso de La verdad incómoda (Guggenheim D, EU, 2006), sobre el cambio climático global con importantes repercusiones tanto políticas como cinematográficas ; y el otro tipo de producciones que son las que a partir de un guión de ficción recrean un momento histórico de la ciencia, como las cintas Artemisia (Mérlet, A. Francia/Alemania/Italia; 1997) que narra la historia de la pintora Artemisia Gentileschi, su relación con el pintor Agostini y de cómo se fue consolidando la perspectiva lineal en la Italia de la primera mitad del siglo XVII; o Freud: pasiones ocultas (Huston, EU, 1962) sobre el conflictivo nacimiento del psicoanálisis y su creador; Kinsey: el científico del sexo (Condon B, EU, 2004) sobre el desarrollo como investigador de Kinsey, que va de lo irrepetible en la naturaleza por sus primeras inferencias por su colección de abejas, hasta sumergirse en el universo de la sexualidad humana por medio de entrevistas a profundidad y escalas, gracias a sus dudas, temores e hipótesis personales.

La historicidad de la ciencia en el cine se ha abordado poco considerando la gran cantidad de producciones que existen en la historia del cine, sin embargo, podemos notar que a pesar de tal escasez, hay algunos temas que sí aparecen de manera más o menos recurrente. Uno de ellos es el que está alrededor de la carrera espacial. Baste mencionar algunos ejemplos: Cielo de octubre (Johnston J, EU, 1999); Los elegidos de la gloria (Kaufman P, EU; 1983); Apollo 13 (Howard R, EU; 1995). De estas tres obras podemos inferir que por lo menos para el cine norteamericano, el orgullo científico y tecnológico de ser vencedores de los rivales soviéticos en la carrera espacial -que culminará en el proceso de llegada del hombre a la luna hace justamente cuarenta años- es más que evidente. En la primera se describe cómo a partir de ejercicios escolares y de unos chicos inquietos se comienzan a desarrollar cohetes espaciales. Los elegidos recrea tres grandes momentos: La ruptura de la barrera del sonido por un avión tripulado por Chuck Yeager; en un segundo momento de la película es la selección de la primera generación de pilotos espaciales (interesante ver como se perfila esa nueva profesión) y el tercer tiempo es dedicado al nacimiento de la era espacial tripulada por humanos de los Estados Unidos. En Apollo 13 nos enfrentamos al conflicto real que vive esa nave espacial y como es resuelta la crisis en el espacio.

En términos de tecnología el ejemplo sería la notable película de Francis Ford Coppola, Tucker, el hombre y su sueño (EU, 1987) sobre cómo, con una empresa familiar, un pequeño empresario desafía las reglas impuestas por las grandes compañías automotrices por medio de un auto innovador y un estilo personal de liderazgo.

Las ficciones de la ciencia en el cine
Las ficciones de la ciencia en el cine se refieren al grupo de obras cinematográficas que representan a la ciencia en perspectiva, es decir, cintas que proyectan las ideas o preocupaciones acerca del futuro posible en el que nos encontraríamos a partir de presupuestos científicos y/o del desarrollo de la ciencia y la tecnología.

Las reflexiones y especulaciones que se pueden desprender sobre el poder de la ciencia en el cine resultan muy interesantes. La ciencia ficción es una tradición literaria que alimenta las producciones cinematográficas en este aspecto, de tal modo, que se pueden encontrar muchos filmes inspirados en obras literarias de ciencia ficción, pensemos que Isaac Asimov es un autor muy socorrido con cintas como El hombre bicentenario (Columbs C, EU, 1999), sobre el dilema de la inmortalidad y Yo, robot (Proyas A , EU, 2004), que conjunta varios relatos relacionados con la autonomía intelectual de los robots en el futuro.

Además de las obras literarias que impulsan conjeturas sobre la evolución y el poder de la ciencia y la tecnología, existen cintas realizadas con guiones originales. Éstas aportan y completan la representación social de la ciencia. Desde los albores del cine podemos encontrar ejemplos de estas visiones que nos muestran las preocupaciones sobre el desarrollo de la sociedad bajo el influjo de la ciencia y la tecnología. Estamos hablando de dos películas emblemáticas de la primera mitad del siglo XX: Metrópolis (Lang, Alemania, 1926) que retrata el dominio mecanizado del hombre en una sociedad subterránea y Tiempos modernos (Chaplin CH, EU,1936) sobre la deshumanización del hombre por los recién implementados procesos productivos.

Una característica más o menos generalizada en las cintas sobre las ficciones de la ciencia en el cine consiste en representarla de un modo catastrófico. Al parecer, la ciencia y la tecnología se ven como instrumentos que nos llevan aceleradamente a la destrucción de nosotros mismos o a un mundo devastado, infernal, dantesco. En, por ejemplo, Niños del hombre (Cuarón A, EU; 2006) fenómenos sociales como las epidemias, la migración, la amenaza sobre la especie humana, la violencia y la desigualdad son llevados a un Londres en el 2027, con resultados poco alentadores. Otro ejemplo del pesimismo en que se encuentra la narrativa cinematográfica en relación a la ciencia, de no tanta ficción, es El jardinero fiel (Mirelles F. Reino Unido/Alemania; 2005) sobre el manejo que hacen algunas farmacéuticas trasnacionales de las epidemias y las enfermedades en continentes como África.

Es muy probable que nuestro imaginario social de la ciencia y la tecnología esté determinado por las dos guerras mundiales, la bomba atómica y otros accidentes de corte nuclear o de descontroles biológicos y también por la crisis misma de la ciencia en la que se encuentra desde hace más de cuarenta años. Lo cierto es que estas inquietudes aparecen patentes en cintas como Mad Max (Miller G, Australia, 1979), Terminator (Cameron J, EU: 1984) Un día después (Meyer N. EU, 1983), Cartas de un hombre muerto (Lopushansky K, URSS; 1986) Parque Jurásico (Spielberg S, EU; 1993), Inteligencia artificial (Spielberg S., EU; 2001) Un día después de mañana (Emmerirch R , EU, 2004).

Conclusiones
En este primer bosquejo sobre el cine como una herramienta de divulgación de la ciencia, descubrimos un amplio campo de análisis que rebasa con mucho el espacio de este artículo. De ese modo, intentamos mostrar en plano general, algunos de los aspectos susceptibles para abordar en trabajos posteriores, señalando los dos grandes tipos de obras cinematográficas en las que la divulgación científica y la enseñanza de la ciencia serían significativas: La historicidad de la ciencia y las ficciones de la ciencia.

Sobre la historicidad de la ciencia en el cine nos parece que la reflexión debe dirigirse a los aspectos documentales y a los guiones que reproducen momentos significativos de la historia de la ciencia y la tecnología, resaltando las diferencias entre ambos géneros y detallando también, los aspectos más sutiles entre ciencia y tecnología. En plano general, nos parece que en la historia del cine hay muchas propuestas documentales de divulgación científica que se han centrado en presentar una concepción de la naturaleza en la que el hombre parece no intervenir. Por otro lado, observamos que las cintas que aluden a la historicidad de la ciencia son escasas considerando el tema central de éstas. Sin embargo, en muchas de las películas exhibidas en la historia del cine se pueden extraer elementos tangenciales de divulgación científica y de enseñanza de la ciencia.

En cuanto a las ficciones de la ciencia en el cine, la creatividad de filmes sobre el futuro del desarrollo de la ciencia y la tecnología parecen apuntar a desenlaces catastróficos. Allí nos parece pertinente profundizar en los factores que han provocado esa imagen resaltando los hechos históricos y periodos de crisis en la historia humana, en general y en la historia de la ciencia, en particular.

Finalmente, creemos que la relación entre el cine y la divulgación de la ciencia representa un campo de análisis muy apropiado para reflexionar, de manera pedagógica y didáctica, en las condiciones actuales de la ciencia y la tecnología, estimulando así, la formación de una cultura crítica sobre la ciencia y la tecnología.

Referencias
Bernal, John D. (1957) La ciencia en nuestro tiempo. 13a. Reimpr. en español, 1999. Traducido por Eli de Gortari. México: Nueva imagen.
Chalmers, Alan F. (1982) ¿Qué es esa cosa llamada ciencia? México D.F.: Siglo XXI.
Gubern, Román. (1989) Historia del cine. 4ª ed. Barcelona: Lumen, 2003.
Meixueiro H., Armando y Ramírez Beltrán, Tonatiuh. (1998). Cine y educación. La vida es mejor que la escuela. México D.F.: Taller Abierto.
------ (2000). Educación y cine. Maestra vida. México D.F.: Taller Abierto.
------ (2002). Globalización, cine y educación. México D.F.: Taller Abierto.

* Profesores de la Universidad Pedagógica Nacional. Unidad UPN095 D.F. Azcapotzalco.

1 comentario:

Anónimo dijo...
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